La deuda pendiente (I)

La historia oficial de la construcción de la represa hidroeléctrica de Itaipú la presenta como una de las siete maravillas del mundo moderno y olvida mencionar a las comunidades que habitaron el lugar desde mucho antes de que Brasil y Paraguay existieran.

Templo Jerokyha, quemado en el desalojo de 2016.
Templo Jerokyha, quemado en el desalojo de 2016.

«Si urdes utopías recuerda que el sueño de uno es pesadilla de otro». Adolfo Bioy Casares.

En el año 2019, mi esposa y yo viajamos a Brasil para participar de un evento académico en la Universidad de São Paulo. Un ómnibus nos llevó del aeropuerto a la Estación Luz para tomar un metro al lugar donde nos alojaríamos. Es fácil perderse en los pasillos de esa estación tan grande, y más cuando es la primera vez que se pone un pie ahí. Así que le pedí orientación a un policía. Él notó que éramos extranjeros y nos preguntó nuestra nacionalidad. Al responderle que éramos paraguayos, lo primero que atinó a decir fue que Brasil tenía una enorme deuda histórica con nuestro país por lo que hizo durante la «Guerra del Paraguay» y, como brasileño, se disculpó con nosotros. Lejos de limitarse a indicarnos hacia dónde ir, nos escoltó hasta nuestra parada y, tras comentarnos que en esa estación los extranjeros con equipaje solían ser víctimas de ladrones, esperó con nosotros el tren para garantizar nuestra seguridad.

Con su gesto, a su manera, ese policía buscó saldar una deuda histórica de su país, luego de casi 150 años, de la forma que tenía a su alcance.

Central Hidroeléctrica Itaipú.
Central Hidroeléctrica Itaipú.

Personalmente, coincido con ese policía en creer que todos adquirimos las deudas de nuestros mayores, aunque no hayamos cometido sus acciones, aunque estas no hayan sido mal vistas en su momento, aunque se las justifique en aras de un bien mayor. Si algo hecho por nuestros antepasados repercutió negativamente en otro grupo humano, opino que tenemos la obligación de reconocerlo y, de ser posible, repararlo.

Paraguayos y brasileños (aunque muchos ni se enteraron) contrajimos una deuda con el pueblo ava guaraní paranaense cuando los Estados de Brasil y Paraguay construyeron la Represa Hidroeléctrica de Itaipú (RHI), más conocida como Itaipú Binacional (IB). Para saldar esta deuda, primero hay que conocer en qué consiste y de donde viene.

La historia oficial de la construcción de la RHI la presenta como una epopeya digna de elogio, una proeza del ingenio humano, una obra monumental, faraónica, una de las siete maravillas del mundo moderno, la obra del siglo, el fruto del esfuerzo de un ejército de obreros, la manifestación de la integración producida por la hábil diplomacia de dos pueblos hermanos, el motor del desarrollo de Brasil y Paraguay, la mayor productora de energía limpia del mundo y, por todo ello, un genuino motivo de orgullo para paraguayos y brasileños. Esta historia, en estos términos, se puede encontrar en la página web de la IB y en los videos institucionales realizados por la empresa (1).

Parte de la comunidad Tekoha Sauce, del pueblo Ava Guaraní Paranaense. (Fapi)
Parte de la comunidad Tekoha Sauce, del pueblo Ava Guaraní Paranaense. (Fapi)

Esta bella historia, sin embargo, omite a ciertos protagonistas, unos personajes nada secundarios, puesto que estuvieron en el sitio donde se construyó la RHI desde mucho antes de que existieran Brasil y Paraguay: los ava guaraní paranaenses. Para ellos, la represa significó algo muy distinto de lo que muestran los videos de la IB. La construcción de la RHI representó el fin del mundo que conocían y el dolor de su pueblo.

Según cuentan los che ramoi y che jaryi (2) que estuvieron presentes, tanto del lado brasileño como del paraguayo del río Paraná, cuando subieron sus aguas para alimentar las turbinas, ellos vivían apaciblemente a orillas del gran río: ahí pescaban, viajaban en canoas para visitar a sus parientes y en los bosques aledaños tenían animales silvestres para cazar y tierras para preparar sus chacras y criar animales. Vivían en la abundancia. No les faltaba nada. Tenían todo. Y aún más, pues lo que pescaban y no comían lo vendían, y con lo que ganaban podían comprar cuanto necesitaran. En otras palabras: eran ricos.

Años antes de que subiera el nivel del río, llegaron a sus comunidades algunos visitantes, que se presentaban como trabajadores del proyecto de la RHI, para contarles que se iba a construir una represa y que tendrían que abandonar sus aldeas, puesto que serían inundadas.

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Muchos de los ava guaraní paranaenses que escucharon esto no lo creyeron posible. La mayoría se resistió a dejar el lugar. Ñande Ruvusu (3) no podía permitir semejante atropello, porque él mismo creó y les entregó el Paraná a los ava guaraní para que vivieran en sus costas, surcaran sus aguas y lo cuidaran. ¿Cómo iban a venir los blancos a represarlo y destruirlo?

Aunque no lo creyeron, sucedió. Y quienes no creían, creyeron. Tanto entre los ava guaraní del lado paraguayo como entre los del lado brasileño hay testimonios de que solo abandonaron sus casas cuando el agua les llegó a los pies.

Desde la Asociación Yvy Paraná Rembe´hidroelecýpe, que nuclea a los miembros de las comunidades ava guaraní del lado paraguayo que fueron afectadas por la RHI, resumen de esta forma los hechos: «Ñande Ruvusu nos dio estas tierras, estas aguas y estos bosques, desde el inicio de los tiempos, para que seamos sus cuidadores. Somos sus verdaderos dueños, hemos vivido aquí durante milenios, hasta que la hidroeléctrica Itaipú Binacional nos expulsó de nuestros antiguos tekoha guasu de la peor manera y nos despojó de absolutamente todo. Fuimos desterrados y nuestro pueblo se dispersó totalmente. En el exilio murieron nuestros sabios y nuestros niños, de tristeza, enfermedades y hambre. Nos subieron en camiones y nos llevaron lejos, nos abandonaron en caminos, sin nada, sin alimentos, en la oscuridad, sin saber qué pasaría de nosotros, en tierras sin agua, muy diferentes a aquellas de la costa del Paraná. Nos trataron peor que a los animales, que fueron llevados a refugios con atención y cuidados. Nosotros fuimos tratados con desprecio, nos tiraron en tierras ajenas, nos abandonaron, y fuimos olvidados por la historia. Aún peor, escribieron la historia borrándonos del presente, como si fuésemos del pasado, extintos, y así, como si estuviésemos muertos y desaparecidos como pueblo, nos ubicaron en su Museo de la Tierra Guaraní, en Itaipú (…) Exigimos que nos devuelvan parte de nuestro territorio, de nuestros tekoha, en la orilla de las aguas. (…) Esta deuda histórica debe ser pagada ya» (4).

Histórica tapa del diario ABC Color del 27 de abril de 1973, día siguiente a la firma del Tratado de Itaipú en Brasilia.
Histórica tapa del diario ABC Color del 27 de abril de 1973, día siguiente a la firma del Tratado de Itaipú en Brasilia.

Muchas generaciones de ava guaraní habitaron ambas márgenes del Paraná hasta que se inició la construcción de la RHI, siendo desplazados en 1982 cuando subió el nivel del río. El Estado paraguayo promulgó la Ley 752/1979, que dispuso la expropiación de 165.000 hectáreas de tierras en Paraguay para la construcción de la represa, sin considerar la posesión ancestral de los ava guaraníes paranaenses sobre las tierras expropiadas. Solo se indemnizó a quienes presentaron títulos de propiedad, no reconociéndose los derechos territoriales de los indígenas, que vivían allí desde antes de que se crearan los Estados de Paraguay y Brasil.

La IB no se propuso reponer las estrategias de supervivencia de la población afectada que residía en el área, como los ava guaraní paranaenses. Entre estos, los que poseían terrenos, viviendas o plantaciones recibieron una pequeña compensación económica por lo que dejaron atrás al ser desplazados. Si con esa pequeña indemnización podían o no rehacer sus formas de vida, de obtención de ingresos, ligadas al área afectada, fue algo que no se contempló. Lo que estaba bien definido era que debían desplazarse de las tierras que serían inundadas.

Las indemnizaciones que recibieron los ava guaraní paranaenses oscilaron entre treinta y ochenta mil guaraníes de la época, en 1981. Monto con el cual las familias no pudieron adquirir ni una hectárea de tierra en la zona.

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La obra en el lado paraguayo significó el desplazamiento forzoso de unas 600 familias indígenas y la inundación de unas 165.000 hectáreas de su territorio tradicional. Desaparecieron 36 tekoha de los ava guaraní paranaenses del lado paraguayo y se superpobló a 2 comunidades (Acaraymi y Arroyo Guasu) con los desplazados. Durante meses, los recién llegados no pudieron establecer estrategias para vivir dignamente, por lo cual, además de verse desarraigados de sus tierras, enfrentaron hambre, necesidad, conflictos internos, incertidumbre, enfermedades, tristeza y muertes (5).

Dice el testimonio de Enriqueta Cardozo, a quien desplazaron de Puerto Sauce al sitio conocido como Yukyry: «El Proyecto Guaraní fue quien nos trajo aquí y nos dejaron en vano, fue la Itaipú quien nos mandó traer. Nos trajeron y dejaron solos en el monte, como si fuésemos animales nos soltaron. No volvieron a visitarnos, a traer alimentos, ayuda. Dijeron que pondrían caminos, construirían casas, escuelas, puesto de salud, etc. Dijeron que la Itaipú pondría todo eso. ¿Y ahora qué pasó? No hay nada. Acá no hay nada, todos van a otros lugares, no se facilita nada para nadie. (...) Tantas cosas hemos sufrido aquí. Los de Itaipú lo que trajeron fue grasa vacuna a repartir a la gente en Yukyry, no es mentira eso. En camión nos trajo el Proyecto Guaraní que mando la Itaipú, porque allá nos íbamos a inundar, dijeron. Padecimos bastante, no había nada, ni pescado para comer. En Puerto Sauce vivíamos tan bien, y ese bienestar nos arrancaron. Acá nadie nos ayuda, ellos dijeron que iban a dar ayuda, dijeron que iban a titular 2.000 hectáreas, y hasta ahora no se sabe nada. Monte, solo monte y más monte era este lugar. Muchas serpientes. Nosotros corrimos la bendición de envejecer aquí, muchísimos de nuestros parientes fallecieron aquí por enfermedades que no pudieron ser tratadas porque no había nada. Y también por infelicidad» (6).

Si bien el lado paraguayo de la Itaipú ha sostenido que el actuar de la empresa con los ava guaraní se basó en el Tratado de Itaipú y en la normativa establecida para la indemnización de la población afectada, existían en la época tratados internacionales y leyes nacionales que protegían a los indígenas del traslado no consentido de su territorio, normativa que se encuentra por encima del Tratado de Itaipú y de cualquier reglamentación. Pero de esto hablaremos la próxima semana.

(Continuará…)

Una de las caídas de agua de los Saltos del Guairá, sumergidos por las aguas del actual embalse del complejo hidroeléctrico paraguayo/brasileño Itaipú.
Una de las caídas de agua de los Saltos del Guairá, sumergidos por las aguas del actual embalse del complejo hidroeléctrico paraguayo/brasileño Itaipú.

Notas

(1) Ver: Audiovisual Institucional Itaipú Binacional: https://www.youtube.com/watch?v=NwHg1lVXFM4, Somos Itaipú Binacional: https://www.youtube.com/watch?v=PBAXGZ0pcbs, Dois países, um acordo: 50 anos do Tratado de Itaipu: https://www.youtube.com/watch?v=4_SCd2aavB4, Itaipu – Usina hidroelétrica de Itaipu – Ciclo filmes: https://www.youtube.com/watch?v=QHKfRDvak-M

(2) Che ramoi (mi abuelo) y che jaryi (mi abuela) llaman los guaraníes a sus ancianos, por quienes tienen mucho respeto y cuyas palabras valoran como fuente de sabiduría. Los escuchamos en el I Seminário Internacional Mundo Guarani, realizado en 2023 en la Universidad Federal de la Integración Latino-Americana (UNILA) de Foz de Iguazú, donde contaron lo que vivieron al ser expulsados de sus tierras ancestrales para la construcción de Itaipú.

(3) Ñande Ruvusu: Nuestro padre grande, Dios.

(4) Asociación Yvy Parana Rembe’ýpe (2021). Deuda histórica de Itaipú binacional lado paraguayo con el pueblo ava guaraní paranaense. Asunción, Jerovia, pp. 7-8.

(5) Ibíd, pp. 13-37.

(6) Ibíd, p. 37.

*Marcelo Bogado Pompa es licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de Asunción, máster en Estudios Latinoamericanos con énfasis en Antropología por la Sorbonne Nouvelle (París 3), investigador, docente y autor de los libros Representaciones y prácticas de salud en dos comunidades mbya guaraní de Caazapá (Kuña Aty, 2012), Antropología Social (Santillana, 2023) y Los antiguos y los nuevos. Pasado y presente del pueblo nivaclé (Tiempo de Historia, 2025).

Marcelo Bogado Pompa
Marcelo Bogado Pompa

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