La canasta mecánica

¿CULPABLE O SOLUCIÓN? – Exculparse para proteger la imagen es un recurso humano constante. Tal vez por eso la excusa forma parte de nuestro vivir cotidiano y a ella recurrimos todos: el analfabeto y la intelectual, el ama de casa y la empleada doméstica, el político famoso y la gente común.

La canasta mecánica
La canasta mecánicaArchivo, ABC Color

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Queremos mantener una buena imagen, por eso, cuando cometemos un acto reprobable, fuera de lugar, casi siempre recurrimos a alguna coartada para reducir la impresión negativa que pudimos generar.

Nadie quiere hacerse cargo de las metidas de pata. Será por eso que en vez de buscar la solución, la mayoría se empeña en señalar al culpable. Quienes niegan toda implicación facilitan cualquier indicio sobre alguien en quien pueda recaer la culpa, especialmente en ausentes. Eso sucede desde el principio de los tiempos, por eso le llaman síntoma adámico. Cuando Dios, en el paraíso terrenal, le preguntó a Adán: ¿Acaso has comido del árbol del que les prohibí comer? Este respondió- la mujer que me diste por compañera me dio del fruto de ese árbol y yo lo comí. Adán le echa la culpa a Eva, por haberlo convencido de comer la manzana. A su vez, Eva le culpa a la serpiente.

También es una forma de proyección, un proceso por el cual alguien se desentiende de sus propias faltas y las atribuye a otra gente o a alguna situación. Vamos a perseguir la corrupción expresan los más corruptos. Acabaremos con el narcotráfico dicen los acusados de formar parte del crimen internacional. Hay que luchar contra la intolerancia y el autoritarismo, exigen los más autoritarios e intolerantes. No aceptaremos que se viole la Constitución Nacional, manifiestan los grandes violadores de la misma. Gente convencida de que actúa con profunda humanidad, asegura que errar es humano y que echarle la culpa a otro es más humano todavía. Algunos políticos se destacan como fabricadores de excusas para no aceptar sus fracasos. Tampoco se quedan atrás los funcionarios públicos que minimizan las dificultades o culpan al gobierno anterior cuando se les reclama soluciones. Y no falta el forajido líder vengativo, que acusa a su adversario político de ser el culpable de su fama mundial de delincuente y de la condena internacional por la cual no puede abandonar el país.

Evadir la responsabilidad de los propios actos y no reconocer los errores cometidos, es un recurso que sirve de escudo para encubrir debilidades e incoherencias.

El proceso de madurar implica aprender a hacernos cargo de nuestros actos, y dejar de culpar de nuestras desgracias a otro o a determinadas circunstancias. Ser responsables, no solamente en el sentido de ser capaces de funcionar en el mundo, en el trabajo, con los demás, en la familia, sino también en dejar de sentir que somos títeres de cosas que pasan fuera de nosotros y que nos afectan y hacen que nuestra vida sea como es. En vez de señalar culpables buscar soluciones. Esto permitirá una mayor probabilidad de alcanzar metas satisfactorias.

carlafabri@abc.com.py

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