Cargando...
No siempre se durmió como ahora, en otro tiempo el sueño fue una actividad comunitaria y la cama era un lugar de encuentro colectivo en el cual coincidían nobles y criados, humanos y animales, anfitriones e invitados. La cama era tan concurrida que muy poco tiene que ver con el espacio de intimidad que hoy se le otorga.
Allá por el siglo VIII, en época de Carlomagno, rey y emperador de los francos, al compañero de armas no sólo se lo invitaba a comer a la casa, también se lo invitaba a compartir el propio lecho y que la esposa lo ocupara no era motivo para que el soldado exhausto tuviera que buscarse otro lugar para descansar. Por eso las camas eran de grandes dimensiones porque las guerras eran frecuentes y requerían muchos hombres, así que un anfitrión podía tener muchos compañeros. Como la mujer no tenía compañeras de guerra a las que brindar hospitalidad, tenía el derecho compensatorio de reposar en la misma cama junto a los invitados y sus numerosos perros. Por otra parte, como no existía un buen sistema de calefacción, convertir la cama en un lugar de reunión familiar, aseguraba el calorcito a grandes y chicos. Esta era la razón por la cual muchas familias dormían juntas. Todavía no se había inventado el psicoanálisis y nadie alertaba a los padres sobre la inconveniencia de que las criaturas presenciaran escenas de relaciones sexuales. Los archivos judiciales del siglo XIX demuestran que adulterios, parricidios, infanticidios e incendios criminales eran muy comunes y que, además de disipar el mito de la solidaridad familiar, en su mayoría fueron resultado de la falta de intimidad.
Los romanos usaban la cama con diversa amplitud. En la cama comían, escribían, leían y recibían a sus invitados. Habían copiado de los griegos la costumbre de tenderse para comer y utilizaban el triclinio, camas de tres plazas que se disponían en forma de U junto a una mesa de mármol donde se ubicaba la comida. Pascal Dibie, autor del libro Etnología de la Alcoba, dice que los romanos desarrollaron una verdadera cultura del lecho que desembocó en camas ambulantes, que al principio se implementaron para los enfermos y luego se convirtieron en el transporte favorito de los fanáticos de la posición horizontal que tuvieran una fortuna importante, como para disponer para sus paseos en cama por lo menos seis esclavos sirios que cargaran el artefacto a cuestas.
En definitiva, a través de la historia y en la actualidad, todo ser humano se tumba en la cama, es tal vez la forma de ensayar y anticipar la tumba en la que alguna vez reposará para siempre y definitivamente.