Cargando...
Mi primera observación es que este documento no es “Libro Blanco de la Educación Superior”, sino en todo caso LB de las universidades e institutos superiores. Según el artículo 3º de la Ley 4.995/13 de la Educación Superior (precisamente la ley que crea el Cones), la Educación Superior abarca a los Institutos Técnico Profesionales de Tercer Nivel, a los Institutos de Formación Docente, a las Institutos Superiores y a las Universidades. Son cuatro y no dos las clases de instituciones que pertenecen a la Educación Superior. No es correcto que un documento del Cones promueva un error conceptual básico, cuando está pretendiendo calidad y orden en la Educación Superior.
Este LB monta su estructura a partir de la información recogida de bibliografía y documentación y así elabora la Tabla de “categorías y subcategorías”, que luego serán tratadas como “tendencias y desafíos”. El LB recae en problemas de conceptualización. No aclara de qué “categorías” se trata, si son categorías en lenguaje coloquial, taxonómico o filosófico, aspecto importante para poder comprender por qué entran en dichas categorías en términos de igualdad realidades tan dispares como el “rol del Gobierno”, la educación como “Bien Público” y la “Corrupción” o la “Tecnología aplicada”. Tampoco identifica cuáles de ellas son consideradas tendencias y cuáles son desafíos.
Echo de menos en la bibliografía dos libros que en mi opinión son imprescindibles en este campo por el valor de sus contenidos y de sus autores. El Dr. Vicente Sarubbi publicó en el Cidsep “Un sistema de Educación Superior para el Paraguay Democrático” (641 páginas). Y el Dr. Domingo Rivarola, publicó “La universidad ante los desafíos del siglo XXI” (1.052 páginas). En mi opinión estos dos respetados y queridos autores han sido los mejores analistas de la Educación Superior de Paraguay en las últimas décadas y, por qué no decirlo, en nuestra historia hasta el presente. Estas dos omisiones rebajan el nivel de calidad del LB.
Por otra parte, me atrevo a opinar que un Libro Blanco para mejorar radicalmente la educación superior, debe hacerse sobre todo a partir de un diagnóstico de la situación real de la misma en el país. Y ese diagnóstico no existe en este LB. Las opiniones vertidas en “varios Congresos Departamentales” y en el Nacional, de los que se recogen propuestas muy diversas, no son conclusiones de investigación, sino expresiones respetables de participantes en dichos brevísimos Congresos (de cinco a seis horas, todo incluido), con las que no se puede consolidar una propuesta académica suficiente.
Uno de los más graves problemas que tiene nuestra Educación Superior es el impresionante vacío legal en que se mueve. Es increíble que leyes absolutamente indispensables en cualquier sistema educativo, nuestro país no las tiene. Paso vergüenza cuando amigos de universidades extranjeras me piden, por ejemplo, copia de la ley del profesorado y tengo que decirles que no tenemos esa ley. ¡No me pueden creer! Nuestro sistema educativo está legalmente desamparado.
Pero el problema jurídico es más grave. No me refiero a la corrupción de quienes dentro del sistema violan constantemente leyes y por el regalo de la impunidad siguen sumergidos en la corrupción. Me refiero a que las leyes vigentes de Educación Superior son tan deficientes y ambiguas que han dejado a la Educación Superior sin gobernabilidad. Entre las leyes de Educación Superior y la Constitución Nacional hay conflictos a la hora de saber quién gobierna y regenta las instituciones del sistema de Educación Superior. Pero este problema no parece preocuparle al Cones.
No tengo espacio para más comentarios. Sugiero a los responsables del Cones que repasen la lista de miembros del Cones 2016. Esa lista no es correcta, porque omite a los dos miembros representantes del Conec que trabajaron con ellos todo ese año.
Los problemas más acuciantes de las universidades e institutos superiores y del mismo Cones no reciben en el LB el análisis y las propuestas que necesitan. En todo caso reciben maquillaje.