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“¿Qué es lo que te pasa que no querés firmar?”. A los gritos, Alfonso Noria, el colorado gobernador del departamento de Canindeyú, reclamaba a su entonces secretaria de obras, Porfiria Benítez. De acuerdo a testimonios a los que tuvo acceso ABC Color, la mujer se había negado a firmar una serie de certificados de entrega de obras que la Gobernación había licitado, pero que en realidad no fueron realizadas o si se hicieron, se habían terminado apenas a medias.
Varias de estas obras en situación irregular habían sido “realizadas” por la firma 8 de Diciembre, constructora que pertenecería al mismo Noria, pero que figura a nombre de un humilde albañil de Puente Kyjhá llamado Genaro Andrés Fariña.
Poco después de dos meses de la primera negativa, en julio de 2015, Benítez recibió en su casa una nota en la que le comunicaban que había sido destituida del cargo de secretaria de Obras de la Gobernación, un puesto en el que se había desempeñado por alrededor de 15 años y durante varios gobiernos. ¿El motivo esgrimido? “Renovación del personal”.
Casi un año después, Benítez sigue sin poder cobrar siquiera la indemnización. Durante un viaje realizado por un equipo de investigación del diario ABC Color al departamento de Canindeyú, intentamos conversar con ella para conocer mejor su historia. Sin embargo, Porfiria declinó brindar declaraciones. De hecho, son pocos los que se animan a hablar cuando se menciona el nombre de Noria.
Obras terminadas a medias
Solo dentro de Salto del Guairá, distrito que es capital del decimocuarto departamento, se encuentran cerca de diez obras que la Gobernación había adjudicado entre 2014 y 2015 y que fueron entregadas sin que tuvieran todos los ítems establecidos en los contratos con las empresas adjudicadas.
Un ejemplo de ello es la Escuela N° 5684, donde la Gobernación había mandado construir dos aulas. Los nuevos espacios pudieron ser utilizados recién este año por los alumnos de la institución.
Sin embargo, el pabellón en el que se encuentran no cuenta siquiera con canaletas y las pizarras que debían ser acrílicas en realidad son espacios de las paredes pintados de color verde. Varias de las ventanas ya no cuentan siquiera con vidrios.
La situación se repite en varias otras instituciones educativas del distrito. En algunos casos, las aulas fueron entregadas sin contar siquiera con una cuestión tan básica como el sistema eléctrico.
De acuerdo a los documentos y testimonios obtenidos por nuestro diario, en varias oportunidades las obras presupuestadas por el gobierno departamental terminaron siendo concretadas con fondos provistos por la municipalidad local. No es raro, de hecho, encontrar que para una misma obra aparezcan sendos carteles de la administración Noria al lado de otros de la administración municipal.
Un caso llamativo es el del Polideportivo del Colegio Nacional Salto del Guairá, para cuya ampliación y refacción la Gobernación había destinado G. 150 millones. Entre las obras que debían realizarse figuraba “un piso alisado de cemento” que debía haber sido pintado para delimitar la cancha. La obra fue entregada, pero el piso del recinto deportivo se encuentra en deplorables condiciones. También había sido presupuestado un cartel de obras que no figura en los alrededores de la institución.
En la escuela básica “Carlos Ricardo Méndez Goncalves”, la Gobernación construyó una muralla perimetral que debía incluir un portón nuevo. El espacio de la estructura nueva se terminó tapando con un portón viejo sacado de otra entrada de la institución y que es atajado apenas con algunos alambres y que nunca se utiliza para el acceso de los alumnos. La obra rondó los G. 200 millones.