Son cada vez más preocupantes los informes sobre el estado de la educación

Ya eran sumamente preocupantes los datos que proporcionaban los distintos informes de organizaciones nacionales y extranjeras sobre el estado de la educación en nuestro país, entre ellos el elevado porcentaje de alumnos que no comprenden lo que leen. Ahora, el ministro de Educación, Luis Ramírez, agrega un nuevo condimento: un muy elevado porcentaje de maestros también sufre de ese mal. Es evidente que los docentes no descuellan por su idoneidad y que, por ende, la enseñanza que imparten dista mucho de capacitar a los estudiantes para que puedan labrarse un buen futuro. En octubre, el 80% de los profesores que concursaron en el departamento de San Pedro fracasó en la prueba escrita, quizá porque no comprendieron las preguntas. Es lo presumible, atendiendo que, a nivel nacional, “siete de cada diez maestros no superan la prueba de comprensión”, según dijo con toda franqueza el ministro Ramírez.

Ya eran sumamente preocupantes los datos que proporcionaban los distintos informes de organizaciones nacionales y extranjeras sobre el estado de la educación en nuestro país, entre ellos el elevado porcentaje de alumnos que no comprenden lo que leen. Ahora, el ministro de Educación, Luis Ramírez, agrega un nuevo condimento: un muy elevado porcentaje de maestros también sufre de ese mal.

En efecto, los datos y la experiencia cotidiana indican que la educación pública es un verdadero desastre, debido presumiblemente a la corruptela, la politiquería y la ineptitud generalizadas, tanto en el funcionariado como en el magisterio. Duele decirlo, pero lo cierto es que los docentes no descuellan por su idoneidad y que, por ende, la enseñanza que imparten dista mucho de capacitar a los estudiantes para que puedan labrarse un buen futuro. En este caso, es lo que se desprende de los alarmantes resultados de los exámenes y de los concursos de oposición, no pocas veces fraudulentos, instituidos por el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC).

En octubre, el 80% de los profesores que concursaron en el departamento de San Pedro fracasó en la prueba escrita, quizá porque no comprendieron las preguntas, formuladas en español, uno de los idiomas oficiales del país. Es lo presumible, atendiendo que, a nivel nacional, “siete de cada diez maestros no superan la prueba de comprensión”, según dijo con toda franqueza el ministro Ramírez, en una entrevista en la Megacadena. Curiosamente o no tanto, el mismo porcentaje señalado corresponde a los estudiantes que son incapaces de interpretar textos básicos, según reiterados informes del Programa Internacional para el Seguimiento de los Alumnos (PISA).

Es insólito que, en su gran mayoría, los docentes sean analfabetos funcionales, algo digno de figurar entre las grandes curiosidades del mundo contemporáneo. Aquí surge la pregunta de cómo es posible que hayan egresado de unos “institutos de formación docente” y hasta la de si sus profesores entendían los textos didácticos. Tal como se ven las cosas, hasta puede afirmarse que el gremio docente no tiene mucha autoridad moral para reclamar de continuo mejoras salariales. La autoestima debería inducir a sus miembros a capacitarse, antes que a fungir de operadores políticos, como suelen hacerlo.

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Si el personal docente continuara siendo tan inepto como hasta hoy, es prioritario poner el acento en su formación, lo que supondrá reducir notablemente el déficit que arrastra desde la escuela primaria. Llevará tiempo, pero es indispensable emprender esa tarea si se quiere que la “sociedad del conocimiento” también llegue a este país. Como la ignorancia no solo fomenta la pobreza, sino también el autoritarismo y la corrupción, entre otras lacras, es necesario combatirla además en los institutos de formación docente, para que no la perpetúen entre los estudiantes.

De hecho, no todo estuvo mal en la educación pública, sino todo lo contrario, a juzgar por las numerosas instituciones que se destacaban por la enseñanza que impartían. En la primera mitad del siglo pasado, el Paraguay tuvo verdaderos estadistas que se formaron en las mismas, y puede volver a tenerlos si los ciudadanos se muestran mucho más exigentes en este campo, que hoy lamentablemente es aprovechado con frecuencia sobre todo por politiqueros, con fines aberrantes.

En las actuales condiciones, no habrá igualdad de oportunidades mientras los hogares de bajos ingresos se vean constreñidos a confiar al Estado la educación de sus hijos. Habrá que mejorarla notablemente, capacitando a los educadores, liberándolos a la vez del odioso padrinazgo político-partidario: mientras ello no ocurra, el porvenir de los niños y jóvenes carenciados seguirá siendo aciago.