El PLRA tiene mucho por delante para ser opción de poder político

Aunque sea una perogrullada, no está de más subrayar que la democracia requiere de organizaciones políticas fuertes, dotadas de un ideario-programa que esboce lo que harían desde el Gobierno. Así como están las cosas en este país, beneficiado por su simbiosis con el Estado, el único partido más o menos sólido, pese a sus conflictos internos, es el que impera desde el 13 de enero de 1947, con el breve paréntesis de 2008-2013. De hecho, el tradicional bipartidismo paraguayo está en vías de extinción, considerando la marcada decadencia que, en más de un sentido, arrastra el PLRA desde hace ya mucho tiempo. Muchos de sus dirigentes nacionales no descuellan por sus luces ni por su honestidad, dos atributos que distinguieron a sus próceres de otrora. El común de sus 31 congresistas de hoy está muy lejos de representar al pueblo con altura, en tanto que ninguno de sus dos gobernadores y ochenta intendentes descuella por su gestión gubernativa.

Aunque sea una perogrullada, no está de más subrayar que la democracia requiere de organizaciones políticas fuertes, dotadas de un ideario-programa que esboce lo que harían desde el Gobierno. Así como están las cosas en este país, beneficiado por su simbiosis con el Estado, el único partido más o menos sólido, pese a sus conflictos internos, es el que impera desde el 13 de enero de 1947, con el breve paréntesis de 2008-2013. De hecho, el tradicional bipartidismo paraguayo está en vías de extinción, considerando la marcada decadencia que, en más de un sentido, arrastra el PLRA desde hace ya mucho tiempo. Muchos de sus dirigentes nacionales no descuellan por sus luces ni por su honestidad, dos atributos que distinguieron a sus próceres de otrora.

El común de sus 31 congresistas de hoy está muy lejos de representar al pueblo con altura, en tanto que ninguno de sus dos gobernadores y ochenta intendentes descuella por su gestión gubernativa. Muchos de ellos están infectados por la corrupción y escasean quienes tienen alguna idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado. En general, como se dice, tienen un “vuelo de gallina: corto y bajito”. El internismo desaforado se refleja en las tres “bancaditas” de la Cámara Baja y en las cuatro de la Alta en el Congreso. No se trata de querellas más o menos ideológicas, ni mucho menos, sino de bastardas ambiciones en pugna, en las que el bien común nada importa: la cuestión no es luchar por desplazar a la ANR, mostrándose a la ciudadanía como una alternativa atrayente, sino intentar conquistar pequeños espacios de poder político e incluso económico, al parecer vendiendo la conciencia.

Más de un parlamentario “liberal” se halla tan implicado como los colorados en el nepotismo rampante en el Palacio Legislativo. Si lo de liberal está entrecomillado es porque los dirigentes del PLRA no son necesariamente tales por razones ideológicas, sino más bien familiares; tan es así que el día antes de la última convención extraordinaria, el intendente de Fernando de la Mora, Alcides Riveros, creyó necesario decir que “entre liberales tenemos que ser más tolerantes”, como si la tolerancia no fuera inherente al liberalismo. Salvo que el dirigente hable de tolerar las trapisondas de los “amigos”. Alfredo Stroessner decía que “el mejor amigo de un colorado es otro colorado”. Parafraseando al dictador fallecido se podría decir que, así como están las cosas, el peor enemigo de un liberal es otro liberal. Un partido vacío de ideas y lleno de arribistas mediocres mal puede presentarse al electorado como una opción frente a la ANR.

El partido más antiguo del Paraguay, fundado en 1887 con el nombre de Centro Democrático, se está agotando en la “llanura”, porque hoy la polca y el pañuelo ya no bastan. Todo indica que su situación actual lo llevará en breve a terminar, con más pena que gloria, como furgón de cola de alguna nueva organización política. Se plantea la cuestión de si el PLRA podrá renovarse a fondo para revertir el ocaso en curso. Es deseable que ello ocurra, no solo por respeto a su añeja historia, sino también –y sobre todo– por el presente y el futuro de un país que necesita contar con partidos bien estructurados y con una determinada concepción del Estado democrático. Para ello, antes que nada, habría que abandonar el brutal internismo, causa y efecto de la impotencia. Dado que el Gobierno se ve muy lejos, los esfuerzos se rematan contra los propios correligionarios.

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¿Qué une hoy a los afiliados del PLRA? ¿Por qué un ciudadano debería convertirse en uno de ellos? De las respuestas a estas preguntas dependerá que siga siendo, si aún lo es, la principal alternativa frente a la ANR, partido que tiene la habilidad de estar a la vez en el campanario y en la procesión; es decir, en el Palacio de López y en la “oposición”, sin hacerse responsable por los destrozos gubernativos: la culpa es solo de los cartistas o de los abdistas. Por su parte, los dirigentes del PLRA se entretienen librando entre sí batallas del todo ajenas al interés general. Y así les va. “Por el bien del Paraguay”, al decir de su polca, urge que ese partido se redima de la mediocridad y de la corruptela que hoy lo pervierten, para que mañana pueda ser una verdadera opción de poder político. Para el efecto, tiene muchísimo que hacer.