Policía de Tránsito sigue pareciendo un centro de operaciones delictivas

La Policía Municipal de Tránsito (PMT) de Asunción tiene la mala fama bien ganada de tener en sus filas a agentes de lo más corruptos, que buscan la ocasión para desplumar a los conductores mediante el chantaje. No se trata solo de que propongan un soborno a los infractores para librarles de una multa, sino también de que hasta inventen una falta, como la de que el conductor ignoró la luz roja de un semáforo. En las últimas semanas, se han sucedido denuncias, inclusive acompañadas de filmaciones, acerca de esa actividad delictiva, especialmente realizada en torno a las avenidas Aviadores del Chaco y Santa Teresa, donde hay hoteles y centros comerciales que prometen una faena lucrativa para los agentes, mediante la “caza” de turistas. Los casos que salen a la luz son apenas la punta del gigantesco iceberg de la corrupción, instalado en la PMT desde hace años. Tal como está, esa institución es en gran medida un centro de operaciones delictivas.

La Policía Municipal de Tránsito (PMT) de Asunción tiene la mala fama bien ganada de tener en sus filas a agentes de lo más corruptos, que buscan la ocasión para desplumar a los conductores mediante el chantaje. No se trata solo de que propongan un soborno a los infractores de tránsito para librarles de una multa, sino también de que, con igual propósito, hasta inventen una falta, como la de que el conductor ignoró la luz roja de un semáforo.

En las últimas semanas, se han sucedido denuncias, inclusive acompañadas de filmaciones, acerca de esa actividad delictiva, especialmente realizada en torno a las avenidas Aviadores del Chaco y Santa Teresa, donde hay hoteles y centros comerciales que prometen una faena lucrativa para los delincuentes de uniforme, mediante la “caza” de turistas. Entre otros, según las denuncias que tuvieron estado público, resultaron víctimas un brasileño, al que arrancaron 600 dólares el 29 de septiembre, y un argentino al que el 4 de octubre le pidieron 600.000 guaraníes para librarlo de una multa de dos millones de la misma moneda. Este último acuerdo no se concretó, gracias a la intervención casual de un abogado que denunció el “asalto”, similar al que el 12 de septiembre también había sufrido nuestra periodista Mabel Rehnfeldt, por obra de la misma pareja de agentes: la femenina, que lucía un anteojo ahumado, se molestó al ser grabada. Ella y su acompañante ya fueron apartados y sometidos a un sumario administrativo, según el jefe de la PMT, Marcos Maidana.

El 30 de setiembre, es decir, días antes del frustrado “asalto” al argentino, el mismo Maidana informaba que los fiscalizadores salen en vehículos para revisar las órdenes de trabajo, y anunció “para esta semana” la entrega de carnets identificatorios de los agentes con el código QR y la próxima incorporación de cámaras al uniforme, al tiempo de instar a que se denuncien los casos llamando a una línea gratuita. Sin duda, nada de esto disuadió a la pareja que poco después volvió a hacer de las suyas, siendo presumible que tampoco haya atemorizado a sus colegas, al igual que el hecho de que desde 2023 se habrían abierto más de 45 sumarios administrativos, cuyos resultados se desconocen.

Los casos que salen a la luz son apenas la punta del gigantesco iceberg de la corrupción, instalado en la PMT desde hace años. Es de presumir así que durante la caótica administración de Óscar “Nenecho” Rodríguez los delincuentes uniformados habrán hecho “su agosto”, al tiempo de engordar también las faltriqueras de los jefes. Sin duda alguna, un somero cálculo de probabilidades haría presumir a los agentes que era muy alta la posibilidad de que sus fechorías queden impunes. De hecho, no fueron seleccionados debido a sus cualidades morales e intelectuales, sino probablemente a la “palanca” de algún jefe o por sus “méritos” político-partidarios. Ocurre que el desmanejo de la PMT, desde hace años “feudo” del edil Augusto Wagner (PLRA), según se presume en fuentes municipales, no solo tiene que ver con las actuaciones callejeras de sus 180 inspectores de tránsito, que no llegan ni a la mitad de su personal. Su anterior exdirector interino Alfredo Vázquez llegó a revelar la intervención de concejales para que los vehículos retenidos en el “corralón” sean devueltos a sus dueños, sin que paguen la multa correspondiente.

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El exinterventor Carlos Pereira sostuvo que en la PMT “los niveles de corrupción son intolerables”, de modo que hay mucho que hacer para depurarla. En este problema también debería estar muy interesada la Secretaría Nacional de Turismo, ya que la vergonzosa actividad de los “zorros” corruptos afecta directamente a los visitantes, que a su regreso a sus respectivos países podrían así difundir una pésima imagen del Paraguay.

Es necesario que las víctimas de los agentes motorizados, que suelen ocultarse para acecharlas antes de perpetrar sus “asaltos”, se nieguen a pagar coima alguna y hagan que el caso se dirima en el Juzgado de Faltas, donde la carga de la prueba corresponderá a la otra parte, sin perjuicio de formular una denuncia penal. Actuar así supondría ejercer el derecho a la legítima defensa, frente a unos sinvergüenzas de marca mayor. La cuestión consiste en no someterse a ellos, sino en rechazar sus pretensiones ilícitas, es decir, en no alimentar la corrupción rampante. Tal como está, la PMT es en gran medida un centro de operaciones delictivas, que debe ser combatido con todo rigor. El reglamento de tránsito no debe ser blandido para quedarse con el dinero ajeno mediante una emboscada, fraguando una infracción. Los bandidos de uniforme ya no deben tener cabida en la Municipalidad.

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