Trabajadores de Cañas Paraguayas SA (Capasa) y de la Compañía Paraguaya de Comunicaciones SA (Copaco) están movilizados con medidas de fuerza porque, según sostienen, hace meses que no les pagan sus salarios y, en el caso de Capasa, desde el año pasado les suspendieron sus coberturas en el Instituto de Previsión Social por falta de transferencias de los aportes obrero-patronales, pese a que se les hace el descuento.
El Gobierno dio su visto bueno para sucesivos y costosos planes de “estabilización” para estas empresas estatales en quiebra que terminaron todos en fracaso, pese a lo cual respalda a los directivos, cuyos sueldos no se sabe a cuánto ascienden, como tampoco se sabe si para ellos también rige el retraso en el pago.
En una visita a la planta en noviembre del año pasado, el presidente Santiago Peña celebró con bombos y platillos lo que llamó “la revitalización” de Capasa, “un símbolo de la identidad nacional”. Para el cierre de ese ejercicio, la pérdida se había duplicado en comparación con el año anterior, cosa que el entonces titular, José Ocampos, llamativamente atribuyó a “inversiones necesarias” (las inversiones no se computan a pérdida, sino que se van amortizando año a año), como una nueva línea de rones saborizados, la renovación del Centro Histórico Aristócrata, la habilitación de un showroom y la incorporación de etiquetadora, envasadora e impresora nuevas.
La tan aclamada “revitalización”, evidentemente, no fue tal, y en junio el Poder Ejecutivo nombró a Manuel Chávez en reemplazo de Ocampos, a quien mantuvo como miembro del directorio, una medida excepcional, porque se había decidido que las empresas públicas deficitarias se manejarían solo con un presidente y un síndico, justamente para ahorrar. El nombre de José Ocampos fue mencionado como posible candidato del cartismo a la Intendencia de Asunción.
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El reemplazante, Manuel Chávez, dijo que haría una “radiografía administrativa, contable, de recursos humanos y de producción, con el objetivo de revertir el déficit económico, poner en orden y recuperar” la empresa. Por lo visto, mucho éxito no ha tenido ya que, de ser cierto lo que afirman los sindicatos, desde que asumió no ha pagado ni los sueldos, como tampoco a los proveedores, lo que mantendría la producción paralizada.
Capasa acumula una pérdida de casi 70.000 millones de guaraníes, de la que Chávez, al igual que Ocampos, culpó a “muchas administraciones anteriores”. Curioso que lo diga, porque él integró el directorio de la compañía estatal de aguardientes durante todo el gobierno de Cartes, de 2013 a 2018.
En cuanto a Copaco, presidida por Óscar Stark, al cierre de 2024 reportó una pérdida acumulada de 533.000 millones de guaraníes y un déficit operativo del ejercicio de 72.137 millones. Tampoco funcionó ninguno de los planes aprobados y el agujero es sistemáticamente cubierto por el Tesoro público. En marzo, Stark lanzó un programa de retiro voluntario “para ahorrar 3.500 millones de guaraníes por mes” y anunció que “este año comienza una nueva etapa para Copaco”. Sin embargo, el sindicalista Rolando Melgarejo dijo que la semana pasada recién se pagaron los sueldos de junio.
Capasa y Copaco no son casos aislados, ni mucho menos. La Industria Nacional del Cemento, que durante el gobierno de Cartes recibió una inyección de 85 millones de dólares, presidida por Gerardo Guerrero, perdió 82.000 millones de guaraníes en 2024 y acumuló un pasivo corriente de 379.000 millones y uno no corriente de más de un billón. Petropar, envuelta en numerosos escándalos bajo la gestión de Eddie Jara, solo en 2024 arrojó un déficit de 249.000 millones de guaraníes, con una deuda acumulada de 254.000 millones de guaraníes pese a comercializar productos que se venden al contado.
El pretexto favorito es que todos estos son problemas de arrastre heredados de administraciones anteriores, pero el saldo rojo aumentó considerablemente en todas las empresas públicas, sin excepción, durante 2024 y la situación no parece haber mejorado en lo que va de 2025. Hace dos años que “gobierna” Santiago Peña. Esta es otra de las áreas donde su gestión es decepcionante. Es hora de que deje de lado las excusas y comience a mostrar soluciones.