El interventor de la Municipalidad de Asunción, Carlos Pereira, puso el dedo en la llaga al afirmar que encontró una institución “moralmente destruida”. Vino a confirmar algo que gran parte de la ciudadanía ya sabía o sospechaba. En efecto, la podredumbre moral –causa y efecto de la ruina financiera– ha llegado a extremos insoportables. Ciertamente, no se inició con el patético Óscar “Nenecho” Rodríguez y la complicidad de la gran mayoría de los ediles, pero aparentemente bajo esta administración se ha acentuado en extraordinaria medida, sin limitarse a las altas esferas municipales. Según las denuncias que van saliendo a la luz, la corruptela desaforada se extiende a todos los niveles administrativos, de arriba abajo, convirtiendo a la institución comunal en algo parecido a una cueva de Alí Babá. Se roba y se deja robar por doquier, con toda impunidad, como si los mercados Nº 4 y de Abasto, así como la Policía Municipal de Tránsito, entre otras muchas dependencias, estuvieran disponibles para el enriquecimiento ilícito.
Se diría que las autoridades electas y sus respectivas clientelas creen que los asuncenos les otorgaron una carta blanca para que hagan con su dinero cuanto se les ocurra. La perversión de los valores es tal que no resulta temerario suponer que los involucrados en las diversas fechorías no tienen conciencia del delito; es decir, que estiman absolutamente normal que se malversen fondos públicos, se amañen licitaciones, se acepten sobornos o se trafiquen influencias.
En otros términos, se roba sin el menor sentimiento de culpa: si Nenecho habla con tanto desparpajo es quizá porque no encuentra nada ilícito en su desastrosa administración; para él, es del todo normal desviar recursos o haber sumado, en los últimos cinco años, 1.800 funcionarios al ya excesivo plantel. Así, el prebendarismo sería propio de cualquier estilo de gobierno: nada de malo tendría retribuir con un cargo el servicio prestado por los “operadores políticos”.
A propósito: en 2015, el entonces senador Jorge Oviedo Matto dirigió a los precandidatos del partido Unace a integrar la Junta Municipal de Asunción estas memorables palabras, tras contarles que un edil ganaba 32 millones de guaraníes mensuales: “Ahí es barrido y limpieza, empresa encargada de la recolección de basura, compra de útiles para oficina, compra de uniformes para los funcionarios de la Municipalidad, el que provee de combustible. Entre 24 se reparten la torta. Entonces, a veces su sueldo es lo de menos (...) y eso les va a tocar ahora”. También vale la pena recordar, en el literal sentido de la expresión, lo dicho en la Junta Municipal el mismo año por el entonces edil asunceno Yamil Esgaib, hoy diputado (ANR, cartista), tras una licitación amañada: “Si nos preocupamos por quién se va a quedar con el vuelto, no vamos a hacer nada”. Así de simple. Así es la importancia que le dan ciertos políticos al dinero de todos.
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Es de lamentar que haya indicios muy fuertes de que estas citas, que ilustran la condición moral de muchos politicastros, siguen siendo de gran actualidad. La destrucción de la que habla el interventor es pavorosa, de modo que costará bastante reconstruir los cimientos éticos del Palacete Municipal, pero habrá que intentarlo para impedir que tantos sinvergüenzas –elegidos o no– sigan burlándose de los asuncenos, agregando a su notoria ineptitud una tremenda degradación moral.
No les quita el sueño que la infraestructura y los servicios municipales sean calamitosos ni la remota eventualidad de que alguna vez puedan dar con sus huesos en la cárcel. La experiencia propia y ajena les autoriza a creer que sus aberrantes convicciones nos les impedirían avanzar en la “carrera de los honores”. Al fin y al cabo, Yamil Esgaib ascendió de edil a diputado, pese a su opinión sobre el “vuelto”. No obstante y como son incorregibles, solo resta confiar, por de pronto, en que los responsables de la desolación ética de la Municipalidad capitalina nunca vuelvan a ocupar un cargo electivo y que tanto el intendente como los ediles a ser electos en 2026 sean de otra índole y tengan el valor de limpiar esa pocilga. Ya es hora, por cierto, de que el Ministerio Público saque conclusiones en torno al destino de gran parte de los 500.000 millones de guaraníes de los bonos, más aún considerando las basuras que se vienen conociendo día a día.
Ante la contundencia de los hallazgos de la intervención, por lo menos ahora los asuncenos ya no vienen sufriendo la ofensa de un Nenecho prepotente y soberbio, burlándose incluso a través de ciertas serenatas de mal gusto, sintiéndose muy a salvo al invocar cierto apoyo político muy fuerte. Es de desear que, de comprobarse los hechos delictivos, tanto el impresentable intendente como la cohorte de ediles que le apoyan, rindan cuenta ante la Justicia y devuelvan los bienes que pudieron haber robado.