Con su desparpajo habitual, el intendente asunceno, Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR, cartista), quiere seguir endeudando a la Municipalidad que desgobierna, tras haber informado a la Bolsa de Valores de Asunción SA que el pago de los bonos que habría malversado tendrá un retraso de veinte a treinta días corridos a partir del 27 de mayo, con el consecuente pago adicional de los intereses moratorios. En efecto, pese a esta situación a todas luces calamitosa, el imputado por lesión de confianza y asociación criminal en el caso de los “detergentes de oro” pretende pedir ahora un préstamo de 35 millones de dólares. Si fuera aprobado por los concejales, el nuevo endeudamiento se sumará al débito que en febrero llegaba a 242 millones de dólares, con lo que la aguda crisis financiera se ahondará aún más. Lo ingresado serviría para financiar gastos corrientes, es decir, un “déficit temporal de caja” que, en realidad, ya tiene un carácter permanente, porque la Municipalidad está en bancarrota debido a la corrupción, al derroche y al personal superfluo. La cuestión es seguir “bicicleteando”, es decir, endeudarse incluso para pagar deudas, como si esta burda práctica financiera pudiera sostenerse en el tiempo.
La pésima gestión del intendente –apañada por una mayoría de los ediles– agrede la calidad de vida de los asuncenos, y más temprano que tarde, afectará el bolsillo de los contribuyentes. Tan grave sería la crisis financiera, aparte de la moral, que ni siquiera su inminente intervención hace que el Gobierno municipal se abstenga de seguir endeudándose, solo para saldar deudas. Se diría que no puede esperar ni un día más, porque ya está con la soga al cuello. Vale la pena subrayar que el descalabro es atribuible no solo a la Intendencia, sino también a la Junta Municipal: hay una culpa compartida desde hace años, una connivencia que tiene como víctimas a los vecinos, que están repudiando cada vez más al nefasto intendente. Así es que, similar repudio merecen los ediles que avalan sus barbaridades, por razones quizá inconfesables. Es de recordar que la Ley N° 3966/10 dice que los ediles “serán personalmente responsables con sus bienes, conforme a las leyes civiles y penales, por los perjuicios ocasionados a la Municipalidad en el ejercicio de sus funciones (las negritas son nuestras), por actos y operaciones, cuya realización autoricen en contravención a las disposiciones legales vigentes...”. En otros términos, deberían leer no solo la Ley Orgánica Municipal sino también el Código Penal.
El desastroso desempeño del intendente y de sus seguidores enseña que los asuncenos deberían ser mucho más cuidadosos en las urnas, para no volver a incurrir en tan mala elección, reflejada en las deplorables condiciones en que se halla la ciudad, las cuales están a la vista. En verdad, los paraguayos pueden avergonzarse de que su capital esté tan mal administrada con la complicidad de numerosos ediles. Aunque parezca ingenuo, se espera que al menos esta vez estos se abstengan de aprobar el sempiterno “bicicleteo”, que no hace más que evidenciar el rotundo fracaso de una gestión propia de un cachafaz de tomo y lomo. Por lo demás, se espera que el Ministerio Público acelere sus pesquisas en torno al destino de los más de 500.000 millones de guaraníes recaudados mediante la emisión de los bonos para obras de infraestructura, pero que fueron desviados con el argumento de una “cuenta única”, según confirmó la Contraloría General de la República, y actualmente es uno de los motivos del pedido de intervención de la comuna asuncena.
En fin, la Municipalidad capitalina tiene que ser depurada, más temprano que tarde, porque la situación ya es insoportable, desde los puntos de vista moral y financiero. Para que los vecinos de Asunción vayan a “estar mejor”, es necesario que hagan oír su voz firme y sostenidamente, demostrando su repudio en los lugares públicos, dentro de lo que permite la ley, a los responsables del descalabro. Está visto que no es mucho lo que pueden esperar de los organismos públicos de control y de punición de los ladrones públicos.