El crimen organizado está cooptando el país

El diario O Globo publicó un nuevo informe de los periodistas Aline Ribeiro y Nicolás Iory sobre cómo el Primeiro Comando da Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV), los dos mayores carteles mafiosos del Brasil, se han disputado el Paraguay como plataforma estratégica para consolidación y expansión de sus actividades criminales. La grave consecuencia para nuestro país es que lo que antes era un problema relativamente marginal, concentrado mayormente en las fronteras, ha derivado en una gravísima crisis nacional que se disemina rápidamente en cada vez más amplios segmentos de la economía, la política y las instituciones del Estado.

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El diario O Globo publicó un nuevo informe de los periodistas Aline Ribeiro y Nicolás Iory sobre cómo el Primeiro Comando da Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV), los dos mayores carteles mafiosos del Brasil, se han disputado el Paraguay como plataforma estratégica para consolidación y expansión de sus actividades criminales. La grave consecuencia para nuestro país es que lo que antes era un problema relativamente marginal, concentrado mayormente en las fronteras, ha derivado en una gravísima crisis nacional que se disemina rápidamente en cada vez más amplios segmentos de la economía, la política y las instituciones del Estado. De hecho, el artículo se queda corto. Este es sin duda el principal riesgo que enfrenta la República.

Aline Ribeiro y Nicolás Iory son dos experimentados periodistas de São Paulo con trayectoria en el seguimiento del tema, la primera de ellos con varios premios en Brasil y en el extranjero por sus investigaciones sobre el PCC y, específicamente, sobre sus planes de apoderarse del Paraguay. Su artículo hace un recuento agudo y fiel de los orígenes, los puntos de inflexión y la escalada de la pugna de esas organizaciones en nuestro territorio, con la salvedad de que la situación es aun peor de la que describen, porque al PCC y al CV les han salido fuertes competidores internos y externos, lo que está convirtiendo a nuestro país en un campo de batalla, físico, económico y político, de lo que se conoce como DOT: Delincuencia Organizada Transnacional.

El artículo de O Globo señala que hay que remontarse a 2001, con la detención y posterior extradición de Fernandinho Beira Mar, líder del Comando Vermelho, que era el grupo que había tenido presencia en Paraguay desde los años noventa y controlaba el tráfico de marihuana, convirtiendo al país en uno de los mayores exportadores del mundo. Eso dio lugar al ingreso del PCC y al inicio de las primeras grandes disputas. Posteriormente hubo una tregua pactada en Brasil, que duró hasta el asesinato de Jorge Rafaat Toumani en 2016, en un impactante atentado con ametralladora antiaérea en Pedro Juan Caballero. A partir de allí las dos organizaciones volvieron a rivalizar violentamente, entre sí y también entre facciones internas, en todos los ámbitos, incluido el Paraguay.

El artículo ya no menciona lo que ocurrió después en nuestro país. Por un tiempo el PCC llevó la delantera, pero en diciembre de 2017 fue extraditado y condenado en Brasil Jarvis Chimenes Pavão, y poco después cayó en Río de Janeiro Elton Leonel Rumich da Silva, alias Galán, dos de sus piezas claves en esta zona, lo que le fue restando influencia. Sin embargo, aparecieron otros grupos, como el de Sergio de Arruda Quintiliano, alias Minotauro; el del clan de Armando Javier Rotela, una especie de PCC paraguayo; el de Miguel Ángel Insfrán Galeano, alias Tío Rico, y, sobre todo, el del nuevo alto capomafioso uruguayo Sebastián Marset.

Mucho narcotráfico, mucha sangre, incluyendo la de un fiscal del Ministerio Público, y mucho dinero sucio han corrido en todo este tiempo, infiltrando e inficionando como un cáncer a los órganos del Estado y las instituciones de la República en todos los niveles. En el proceso, Paraguay hace rato ha dejado de ser un simple refugio y un productor y exportador de marihuana, para convertirse en una cabecera neurálgica de producción y tráfico de cocaína a partir de materia prima traída de Perú y Bolivia, como lo prueban las recientes incautaciones de enormes cargamentos, que probablemente no sean más que la punta del iceberg.

Además, es un error creer que la DOT se nutre solamente del narcotráfico. El crimen organizado tiene decisiva participación en una diversificada gama de actividades directa e indirectamente relacionadas, como el comercio ilegal de mercaderías, el contrabando de cigarrillos, el tráfico de armas, la trata de personas, el financiamiento al terrorismo, el lavado de activos y otras, e incluso incursiona fuertemente en el mercado legal mediante la inversión de capital de origen ilegítimo.

La proliferación de la actividad económica ilícita fue identificada como el mayor riesgo de Paraguay para los próximos diez años por el Reporte de Riesgo Global 2022, un estudio de las universidades de Oxford, Singapur y Pensilvania a partir de la percepción de expertos y líderes en economía, tecnología, geopolítica, medio ambiente, sociedad civil, negocios, gobiernos, academia y organismos internacionales. Se advierte que, de no torcerse la tendencia, ello socavará el crecimiento económico, el progreso y la calidad de vida de la población.

Paraguay es un país pequeño, percibido como institucionalmente débil, con un muy alto grado de corrupción, lamentablemente muy proclive a ser presa fácil de estos grupos criminales, que solo pretenden usarlo y denigrarlo. La sociedad de bien, que es la gran mayoría, no puede permitir que el país sea un burdo rehén de la mafia.

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