Un antes y un después de Asu2022

La República del Paraguay vivirá un antes y un después de los Juegos Suramericanos Asu2022: la localía de los juegos ha corrido el velo y ha puesto en la vidriera nuestras fortalezas y, más que nada, las miserabilidades. Las autoridades y la clase política en particular, y la ciudadanía toda en general, tenemos el compromiso moral, a partir de ahora, de honrar los esfuerzos individuales y grupales –heroicos– que hacen atletas y nucleaciones deportivas para representar a nuestro país. Un chofer de ómnibus ejecutando tiro con arco, una ingeniera aeronáutica representándonos en lucha, una abogada compitiendo en fisicoculturismo, una jovencita medalla de plata que trabaja como conductora de plataforma para generar ingresos y cubrir sus gastos, ¿no son acaso suficientes muestras de superación como para rasguñar las piedras, conseguir fondos y financiar becas deportivas como política y no como golpes aislados?

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Las luces de las competencias, más que iluminar los escenarios deportivos, están visibilizando las hazañas que realizan compatriotas hombres y mujeres en sus respectivos campos. Lo hacen entrenando casi con nulo apoyo, sacrificando el tiempo libre y muchas veces los estudios; persiguen sus sueños implorando por fondos para invertir en sus equipos deportivos, mendigan por aportes muchas veces insignificantes para competir en el exterior y, las más de las veces, se lucen en representación de un país que los utiliza solo para la propaganda de quienes tienen el poder.

La mendicancia deportiva debe acabar. Lacera y humilla a quienes se ven obligados a practicarla para poder cumplir sus sueños deportivos, pero habla peor de una República como el Paraguay donde se exponen auténticas fortunas en corrupción y lavado de dinero sin que nadie se despeine. Hemos sido testigos de cómo algunos ciudadanos de primera consiguen sin esfuerzo apoyos deportivos sin que se distingan criterios ni méritos por los cuales reciben patrocinio, mientras otros son ninguneados. Nuestro país carece de política clara, justa y competitiva que permita premiar financieramente a quienes son merecedores por esfuerzo y por carencias de vida.

Nuestra historia nos refriega en la cara con frecuencia que el dinero público ha financiado gastos deportivos… siempre y cuando beneficien a los amigos del poder: sirven para premiar a hijos y ahijados de correligionarios, allegados y cofradías varias. Es altamente probable que las familias y los esforzados atletas hayan visto una y mil veces cómo algunos obtienen inmerecidas financiaciones mientras otros son dejados de lado en los planes y en los apoyos. Luego, cuando llegan las medallas, el poder saca el pecho que no puso para abrir el bolsillo.

Cada tanto trascienden historias de gente obligada a recoger dinero de rifas y polladas, en un esfuerzo personal para ir a competir y dejar en alto el prestigio nacional en cada competencia internacional. Hoy, como nunca, tenemos la oportunidad de ver en vivo y en directo la infraestructura con la que aterrizaron algunos países –como Brasil por ejemplo–. Con apoyo estatal es posible esforzarse y practicar mejor, cruzar los umbrales del sacrificio y convertir un deporte en una hazaña.

En la primera semana ya hemos visto esfuerzos sobrehumanos por sobresalir, atletas que empuñaron con valentía un par de remos, que dejaron su energía en las acrobacias de una gimnasia artística, en el pedal de una bicicleta o ignoraron el dolor físico para engrandecer el corazón de la Patria con el puño en alto. Medallas de oro, plata y bronce están siendo colgadas en lo alto para que quien quiera ver, vea.

Es un momento clave el que vivimos con los juegos Asu2022: es ahora o nunca cuando la coyuntura se presta para tomar decisiones que cambien el curso equivocado que llevamos en el apoyo al deporte. Necesitamos aplastar la vergüenza de las dirigencias deportivas corruptas, sanear algunas asociaciones y federaciones que solo sirven para chuparse el poco dinero estatal existente. Necesitamos con urgencia revertir la atrofiada historia del deporte en la República del Paraguay para dar oportunidades a los jóvenes, crear escuelas e inspirar a las generaciones venideras. Es una verdad inexorable y global que el deporte espanta males que hoy día nuestra sociedad está fracasando en combatir, como las drogas y la excesiva violencia.

Que la fiesta no termine el último día de Asu2022. Que no se apaguen las luces ni se cierren los portones; que no se descuiden los locales ni se opaque el entusiasmo. Que las autoridades sigan prestando apoyo aun cuando no haya cámaras ni pedidos de votos dando vueltas. ¡Que siga la fiesta para abrigar esperanzas de que el futuro de nuestros hijos puede ser mejor que el nuestro propio!

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