Día Mundial de la Visión: hábitos que deterioran la vista sin que lo notemos

El Día Mundial de la Visión revela la creciente epidemia del síndrome visual informático, afectando a millones durante largas jornadas en pantallas. Estrategias simples pueden transformar nuestra relación con la tecnología, mejorando la salud ocular en un mundo cada vez más digital.

Optometrista.
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Cada segundo jueves de octubre, el Día Mundial de la Visión pone el foco en la salud ocular. El llamado de atención apunta a un enemigo silencioso y cotidiano: el tiempo de pantalla sin pausas, la iluminación inadecuada y las posturas que, combinadas, aceleran la fatiga visual.

En trabajadores de oficina y estudiantes, la suma de videollamadas, documentos, redes y tareas en múltiples dispositivos dibuja el escenario perfecto para el llamado síndrome visual informático.

El fenómeno tras la pantalla: qué es el síndrome visual informático

Conocido también como fatiga visual digital, el síndrome visual informático describe el conjunto de molestias oculares y visuales asociadas al uso prolongado de pantallas.

Mujer con anteojos observa una pantalla.
Mujer con anteojos observa una pantalla.

Los síntomas más comunes incluyen visión borrosa transitoria, sensación de arenilla o sequedad, picor, ojos rojos, lagrimeo reflejo, cefaleas, dificultad para enfocar alternando distancias y, en ocasiones, dolor en la nuca o en la espalda por la postura.

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Detrás del malestar hay una mezcla de factores. El parpadeo disminuye cuando nos concentramos en textos o imágenes dinámicas, lo que empeora la lubricación de la superficie ocular.

La exposición sostenida a contrastes y fuentes pequeñas exige un esfuerzo acomodativo continuo. Y la posición de la pantalla respecto a los ojos obliga a músculos oculomotores y cervicales a trabajar más de la cuenta.

El aire acondicionado y los ambientes secos completan el cuadro, facilitando la evaporación de la película lagrimal.

Fatiga ocular y sequedad: por qué se agravan en oficinas y aulas

El entorno laboral o académico moderno favorece hábitos que pasan inadvertidos. Muchos usuarios trabajan con brillo alto por defecto, ventanas abiertas detrás del monitor que generan reflejos, o tipografías diminutas para abarcar más contenido.

Mujer con fatiga visual.
Mujer con fatiga visual.

Las jornadas se extienden sin pausas estructuradas, los cambios entre computadora y celular son constantes, y los descansos suelen realizarse… mirando otra pantalla.

La sequedad ocular se dispara en salas con aire acondicionado o calefacción, baja humedad y corrientes de aire directas. En quienes usan lentes de contacto, el efecto se intensifica: la lágrima se evapora más rápido y la superficie del lente puede atraer depósitos si el parpadeo es insuficiente.

El resultado es un círculo vicioso de irritación, visión variable y cansancio general.

Lo que dicen los especialistas

Sociedades de oftalmología y optometría coinciden en que los síntomas del esfuerzo visual digital son reversibles en la mayoría de los casos si se ajustan hábitos y entorno.

No hay evidencia de que las pantallas “dañen” estructuralmente el ojo en personas sanas; sin embargo, sí pueden desencadenar o agravar sequedad ocular, espasmos de acomodación y cefaleas.

Niña en el oculista.
Niña en el oculista.

En niños y jóvenes, el uso prolongado en interiores y la falta de tiempo al aire libre se asocian a progresión de la miopía, por lo que las pausas y la exposición diaria a luz natural cobran especial importancia.

Estrategias prácticas para proteger la visión en oficina y estudio

Pequeños cambios sostenidos marcan la diferencia. La regla 20-20-6 es un buen punto de partida: cada 20 minutos, desviar la mirada 20 segundos hacia un objeto a unos 6 metros. Ese microdescanso relaja la acomodación y reanuda el parpadeo.

Complementar esa rutina con pausas más largas —de 5 a 10 minutos cada hora— ayuda a evitar la acumulación de fatiga.

La higiene del parpadeo es otra pieza clave. Parpadear de forma completa y deliberada varias veces al minuto, especialmente durante lectura intensa o videollamadas, mejora la distribución de la lágrima.

Si persiste la sequedad, las lágrimas artificiales sin conservantes pueden usarse de forma intermitente; en portadores de lentes de contacto, conviene confirmar la compatibilidad con el material del lente y, si es posible, alternar con gafas en tareas prolongadas.

La ergonomía del puesto merece una revisión. La parte superior del monitor debería quedar a la altura de los ojos o ligeramente por debajo, a una distancia aproximada de un brazo.

Mantener una postura neutra —espalda apoyada, pies en el suelo o reposapiés, hombros relajados— reduce la tensión cervical que a menudo acompaña a la fatiga visual.

A nivel de pantalla, aumentar tamaño de fuente y contraste, activar modos de lectura o temas con fondo suave y ajustar el brillo al de la habitación disminuye el esfuerzo.

Evitar reflejos directos colocando la pantalla perpendicular a ventanas y usando cortinas o filtros antirreflejo también ayuda.

El ambiente cuenta. Una humedad relativa en torno al 40–60% es más confortable; en espacios muy secos, un humidificador puede ser útil.

Dirigir el flujo del aire acondicionado lejos del rostro y mantenerse hidratado a lo largo del día favorece la estabilidad de la película lagrimal.

En lectura nocturna, el llamado “modo oscuro” puede mejorar el confort para algunos usuarios; otros prefieren fondos claros y letras oscuras bien contrastadas. La preferencia personal y la legibilidad deben guiar el ajuste.

En términos de organización del trabajo o estudio, agrupar tareas que exigen lectura intensa en bloques con descansos definidos, alternar pantallas con actividades no digitales y evitar revisar el teléfono durante las pausas visuales disminuye la carga acumulada.

Si se usan múltiples dispositivos, sincronizar el tamaño de fuente y los parámetros visuales en todos ellos evita cambios bruscos.

El uso de filtros para “luz azul” sigue siendo tema de debate. Más allá del marketing, no hay consenso de que protejan la salud ocular o prevengan fatiga de manera significativa. Sí pueden atenuar el deslumbramiento nocturno y, al reducir la luz intensa por la noche, favorecer el sueño en personas sensibles.

La prioridad, sin embargo, sigue siendo el control del brillo, el contraste, las pausas y la ergonomía.

Cuándo consultar

Si la visión borrosa persiste tras el descanso, si hay dolor ocular, sensibilidad marcada a la luz, enrojecimiento intenso, visión doble o cefaleas recurrentes, es recomendable una evaluación profesional.

También conviene un control periódico si pasamos varias horas al día frente a pantallas, si usamos lentes de contacto o si ya hay diagnóstico de ojo seco o errores refractivos.

Un examen visual actualizado y, de ser necesario, corrección específica para trabajo en cerca, puede resolver gran parte de las molestias.

El mensaje de este Día Mundial de la Visión es claro: no se trata de abandonar la tecnología, sino de usarla con hábitos que cuiden nuestros ojos. Con pausas programadas, ajustes simples y atención al entorno, estudiar y trabajar frente a pantallas puede ser mucho más cómodo y sostenible para la vista.

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