Un sexto de la basura electrónica mundial es ‘invisible’

MADRID. Desechos que a menudo los consumidores no reconocen como basura electrónica suman 9 millones de toneladas de residuos anuales, una sexta parte de toda la basura electrónica mundial.

Se trata de todo tipo de cables, juguetes electrónicos, ropa decorada con LED, herramientas eléctricas, dispositivos de vapeo y un sinfín de pequeños artículos de consumo.
Desechos que a menudo los consumidores no reconocen como basura electrónica suman 9 millones de toneladas de residuos anuales, una sexta parte de toda la basura electrónica mundial.Sebastian Carrasco

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Se trata de todo tipo de cables, juguetes electrónicos, ropa decorada con LED, herramientas eléctricas, dispositivos de vapeo y un sinfín de pequeños artículos de consumo.

Esta categoría “invisible” de residuos electrónicos en un solo lugar equivaldría al peso de casi medio millón de camiones de 40 toneladas, suficiente para formar una línea de camiones de 5.640 km de parachoques a parachoques desde Roma a Nairobi.

Muchos de estos dispositivos, como los vapers, contienen litio, que hace que su batería sea recargable pero también provoca graves riesgos de incendio cuando se desecha el dispositivo.

La Comisión Europea considera el litio una “materia prima estratégica” crucial para la economía y la transición energética ecológica de Europa, pero su suministro está en peligro. La mayoría de estos materiales se tiran a los contenedores domésticos y otros lugares.

Un sexto de la basura electrónica significa millones de kilogramos

El Foro de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE, por sus siglas en inglés), que organiza el Día Internacional de la Basura Electrónica, encargó al Instituto de las Naciones Unidas para Formación Profesional e Investigaciones (UNITAR) que calculara las cantidades anuales de artículos de basura electrónica “invisibles” en millones de kilogramos, en millones de piezas y en kilogramos y piezas per cápita.

Según este trabajo, unos 3.200 millones de kg, el 35%, de los aproximadamente 9.000 millones de kg de residuos electrónicos invisibles pertenecen a la categoría de juguetes electrónicos: coches de carreras, trenes eléctricos, juguetes musicales, muñecas parlantes, figuras robóticas, ordenadores en bicicleta, drones, etc.

En total, unos 7.300 millones de artículos individuales desechados anualmente, una media de 1 e-juguete por cada habitante del planeta.

Al mismo tiempo cada año se desechan 844 millones de dispositivos de vapeo y 950 millones de kg de cables que contenían cobre precioso y fácilmente reciclable, cantidad suficiente para dar 107 vueltas a la Tierra.

Un sexto de la basura electrónica, ¿podría reciclarse?

Muchos se almacenan en las casas y mucha gente no sabe que podrían reciclarse, un enorme recurso dormido en un momento en que se prevé que la demanda de cobre se multiplique por 6 de aquí a 2030 sólo en Europa para satisfacer las necesidades de sectores estratégicos como las energías renovables, la movilidad eléctrica, la industria, las comunicaciones, la industria aeroespacial y la defensa.

El valor de las materias primas en la basura electrónica mundial generada en 2019 se estimó en 57.000 millones de dólares (unos 54.000 millones de euros), la mayoría de ellos atribuidos a componentes de hierro, cobre y oro.

Del total global, una sexta parte, o 9.500 millones de dólares (unos 9.000 millones de euros) en valor material cada año, corresponde a la categoría de residuos electrónicos invisibles.

Otros ejemplos de residuos electrónicos invisibles comunes en los hogares incluyen cepillos de dientes, afeitadoras, unidades externas y accesorios, auriculares y audífonos, mandos a distancia, altavoces, luces LED, herramientas eléctricas, equipos médicos domésticos, detectores de calor y humo y muchos otros.

No tienen enchufe

Según Pascal Leroy, Director General del Foro RAEE, “los residuos electrónicos invisibles pasan desapercibidos debido a su naturaleza o apariencia, lo que lleva a los consumidores a pasar por alto su potencial reciclable”.

Añade en un comunicado que “muchas personas no reconocen como productos eléctricos algunos que funcionan con pilas o cables, como un detector de humos o un termostato inteligente, porque no tienen enchufe.

Tampoco son conscientes de los componentes peligrosos que contienen los residuos electrónicos y si no se tratan adecuadamente, sustancias como el plomo, el mercurio o el cadmio pueden filtrarse y contaminar el suelo y el agua”, advierte.

Ante esta situación, el Foro RAEE pide a todo el mundo que lleve sus residuos electrónicos a las instalaciones municipales de recogida adecuadas.

“Una cantidad significativa de residuos electrónicos está oculta a plena vista -afirma Magdalena Charytanowicz, del Foro RAEE-. Lamentablemente, los residuos electrónicos invisibles a menudo quedan fuera del radar de reciclaje de quienes se deshacen de ellos porque no se consideran residuos electrónicos. Tenemos que cambiar esta situación y la sensibilización es una parte importante de la respuesta”.

Las repercusiones medioambientales

Asegura que “se han hecho muchos esfuerzos y progresos en el ámbito de la contaminación por plásticos y la gente es ahora más consciente de ello, especialmente con un tratado de la ONU sobre plásticos en preparación para 2024. Esperamos que ocurra lo mismo en el campo de los residuos electrónicos”, confía.

En Europa, gracias a 20 años de legislación de Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP), el 55% de los residuos electrónicos generados se recogen y declaran oficialmente.

Aun así, según el monitor mundial de residuos electrónicos de las Naciones Unidas, otras partes del mundo muestran tasas de crecimiento mucho más lentas en su recogida, y a nivel mundial, la tasa media de recogida comunicada es de poco más del 17%.

Según Virginijus Sinkevicius, Comisario Europeo de Medio Ambiente, “en este Día Internacional de los Residuos Electrónicos, la UE reconoce el acuciante reto de los residuos electrónicos y da un ejemplo de liderazgo de forma proactiva. La actual expansión de la producción y el consumo de aparatos electrónicos tiene importantes repercusiones medioambientales y climáticas”, apunta.

La economía circular

Según asegura, “la introducción de la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) en la legislación sobre residuos electrónicos hace dos décadas ha sentado las bases de un ecosistema innovador y de tecnologías avanzadas. Aunque la RAP ha elevado las normas medioambientales, nuestro viaje no ha terminado -advierte-”.

“Debemos promover una economía circular para la electrónica, al igual que con otros productos, no sólo para disminuir nuestro impacto ambiental, sino también para fortalecer la cadena de valor, reduciendo su dependencia de terceros países”.

La basura electrónica es el flujo de residuos que más rápido crece en el mundo. Según Jan Vlak, presidente del Foro RAEE, “no sólo los productores, sino todos los agentes relevantes, incluidos reguladores, consumidores, restauradores, empresas de reutilización, chatarreros, minoristas y recicladores, deben desempeñar un papel en el sistema de RPE para aumentar con éxito la recogida de residuos electrónicos”.

Reconoce que “hay que actualizar el principio de RPE, hacerlo congruente con los principios de la economía circular e integrar esta nueva visión en la legislación de la UE y en un tratado mundial para armonizar las normas y definir las obligaciones fundamentales en materia de gestión de residuos electrónicos”.

Se acumularán en los hogares

Según Naciones Unidas, en 2023 se producirán 8 kg de residuos electrónicos por persona en todo el mundo. Solo el 17,4% de estos residuos, que contienen sustancias nocivas y materiales preciosos, se registrarán como adecuadamente recogidos, tratados y reciclados en todo el mundo.

Las decenas de millones de toneladas restantes se depositarán en vertederos, se quemarán, se comercializarán ilegalmente, se tratarán de forma inadecuada o se acumularán en los hogares.

Incluso en Europa, líder mundial en reciclaje de residuos electrónicos, sólo el 55% de los residuos electrónicos se registran oficialmente como correctamente recogidos y reciclados, y la falta de concienciación pública es uno de los factores que impiden a los países desarrollar economías circulares para los equipos electrónicos.

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