A la par del avance del pavimento de la ruta asfaltada en el tramo que une a Alberdi con Asunción, y que significará el fin del aislamiento del norte de Ñeembucú, es imperioso que las autoridades locales y departamentales planifiquen el nuevo escenario que se tendrá al llegar el pavimento a la que es la segunda ciudad del duodécimo departamento. Este distrito, ubicado frente a la ciudad argentina de Formosa, tiene al comercio como principal y casi exclusiva actividad económica de sus 10.000 habitantes.
Desde hace varios años y a pesar de los periódicos embates de las riadas, el Ñeembucú sigue mostrando que es un departamento con gran potencialidad para el turismo. Con escasa inversión del Estado, que históricamente ha abandonado a este territorio sureño, poblaciones como Cerrito, Humaitá, Itá Corá, General Díaz, Paso de Patria y Aberdi, reciben cada vez más visitantes.
Han transcurrido largas décadas y cambiaron varios gobiernos, esperando con ilusión que los presidentes de Argentina y Paraguay anuncien oficialmente el inicio de la construcción de un puente internacional que una al Ñeembucú con Formosa o Chaco, ambas provincias del vecino país. Las autoridades regionales del duodécimo departamento vienen insistiendo con esta posibilidad desde la década de los 80, registrándose mínimos avances en la toma de decisiones, que corresponde a los mandatarios nacionales.
A fin de construir un futuro mejor para el Ñeembucú es fundamental que cuidemos nuestro principal capital, su población joven. Niños y adolescentes del duodécimo departamento en pleno siglo XXI viven una realidad de privaciones y falta de oportunidades. Esta realidad se agrava cuando hablamos de los que habitan la zona rural, donde por falta de oportunidades emprenden el éxodo masivo.
Las elecciones culminaron, y más allá de los resultados, que favorecen a uno u otro partido, se espera que en los próximos cinco años el gran ganador sea el pueblo de Ñeembucú. El primer paso para las autoridades electas sería buscar una solución a la serie de problemas que afectan a los sureños como la falta de caminos, agua potable y otros.
Una de las prioridades, olvidadas por los administradores del dinero público en el Ñeembucú, es el reemplazo de los viejos puentes que jalonan los caminos de la zona. Es muy doloroso que en este siglo y pese a tener los medios para sustituirlos, los pobladores de varios distritos del duodécimo departamento sigan construyendo precarios puentes de karanda’y para no quedar aislados.
El sector productivo del departamento de Ñeembucú necesita un fuerte impulso para revivir. En las últimas décadas, con la combinación de eventos climáticos adversos y la caída de precios del principal rubro de la agricultura que es el algodón, él área cultivada se redujo al mínimo.
En una sociedad necesitada de ejemplos que reivindiquen los valores de nuestras familias y la sociedad paraguaya, el gesto de una joven que con sacrificio y determinación logró culminar sus estudios universitarios y demostró públicamente su gratitud a sus padres conmovió a paraguayos y extranjeros en las redes sociales. El vídeo, cargado de emoción, reivindica el valor de la familia para afrontar los más grandes desafíos que la sociedad actual plantea a las nuevas generaciones.
La promesa del futuro ministro de Salud Pública, doctor Julio Mazzoleni, y del presidente de la República electo, Mario Abdo Benítez, de tener al área sanitaria como prioridad en el próximo gobierno, tiene gran significación para los que habitan las zonas rurales del país y particularmente para los pobladores del marginado departamento de Ñeembucú. La precariedad de los servicios de salud en nuestro país hace que en la zona nos hayamos acostumbrado a apelar a los hospitales argentinos de las provincias del nordeste a la hora de resolver los problemas que aquejan a los integrantes de las familias.
Las sensibilidad social, una de las virtudes históricas de la sociedad paraguaya, que permitió la supervivencia de la población a pesar de los muy difíciles años de la gran guerra y otros momentos dramáticos de la era independiente, parece haberse borrado en la mente de los que tienen hoy la misión de administrar los recursos de la nación. La pensión de la tercera edad, una mínima ayuda a quienes agotaron sus esfuerzos trabajando en las duras tareas del campo sin ser retribuidos como corresponde, tiene cada vez más rigurosas disposiciones, casi exageradas, a la hora de considerar quiénes son los merecedores de este pequeño beneficio.