Este año ha estado fuertemente instalado en el país el debate de las relaciones de Paraguay con la República de China (Taiwán) y la República Popular China, con la cual existen lazos comerciales, pero no vínculos formales, debido a que, para ello, Beijing exige previa ruptura con la que considera una provincia rebelde. ¿Le conviene a Paraguay esa ruptura, política y económicamente? A simple vista podría parecer que sí. Una mirada más cuidadosa da fuertes razones a favor de lo opuesto.
El Dr. Joseph Wu, ministro de Relaciones Exteriores de Taiwán, dijo no estar preocupado por las relaciones con Paraguay, que considera están muy sólidas y se van a mantener. No obstante, señaló que están conscientes de que hay que dar pasos más firmes en el campo económico-comercial, que tomó nota de esa preocupación, y que van a trabajar arduamente por traer más inversiones taiwanesas al país.
El Presidente de la República admite que procuró mucho que ANDE, a través de Pedro Ferreira, llegara a un acuerdo con Eletrobras, pero afirma que siempre actuó de buena fe, pensando en lo mejor para el país. Subrayó que sus colaboradores técnicos y diplomáticos le aseguraban que el acta era correcta.
En charlas de amigos solemos decir con sorna que los mejores presidentes que tuvo últimamente Paraguay fueron Néstor y Cristina Kirchner. Sus políticas internas espantaron capitales argentinos y a potenciales inversionistas que terminaron radicándose aquí, en tanto que sus medidas populistas le restaron competitividad a Argentina y le hicieron perder nichos de mercados que aprovecharon productores y exportadores paraguayos. Pues bien, parece que lo mismo podremos decir de Donald Trump.
Hemos hallado seria y concluyente evidencia de plagio en la tesis de Rubén Darío Romero, candidato a ocupar un lugar en la Corte, integrante de la terna puesta a consideración del Senado por el Consejo de la Magistratura el 26 de diciembre de 2018. Romero niega haber plagiado, pero no logra explicar cómo párrafos enteros de una obra publicada con anterioridad aparecen en su trabajo “Constitución y descentralización”.
Fuentes muy cercanas a la administración de Donald Trump que nos solicitaron mantenerse en reserva nos comentan desde Washington que existen preocupación y malestar en Estados Unidos por el curso que está tomando la política exterior del gobierno de Mario Abdo Benítez. Cayó muy mal la reunión de Luis Castiglioni con el canciller de Irán en Nueva York y la gota que colmó el vaso fue un encuentro de Marito con Hassan Khalil Dia, a quien recibió en pleno Palacio de López.
Los esfuerzos de Irán de exportar su revolución a América Latina no solo tienen objetivos políticos y religiosos. A estas alturas ya no caben dudas de la participación de la República Islámica y del Hezbollah en los atentados a la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 y, sobre todo, a la AMIA en 1994, el mayor de la historia en la región. En ambos casos quedó claro que tienen una estructura logística y operativa montada en la Triple Frontera.
Junto con “borrar a Israel da la faz de la Tierra”, exportar la revolución es un objetivo declarado y primordial de la República Islámica de Irán desde su fundación en 1979. La creación del Hezbollah a mediados de los años 80 en el sur del Líbano fue una de sus primeras grandes movidas en esa dirección. Casi paralelamente, se inició un paciente trabajo en esta parte del mundo, donde establecerían toda una red doctrinaria y operativa.