Hace 1.700 años unos 300 miembros de iglesias cristianas se reunieron en Nicea convocados por el emperador Constantino, a quien atraía mucho el cristianismo.
En el Concilio de Nicea se consensuó el hasta hoy fundamental dogma de la Santísima Trinidad, que otorga a Jesucristo la plena condición divina, al mismo nivel que Dios Padre, y que también buscó un arreglo para calcular la fecha de la Semana Santa.
Con la cueva de San Pedro en Antakya, la casa de la Virgen María en Éfeso y la ciudad de San Nicolás, Turquía tiene todos los elementos para un potente turismo cristiano.

Auge del turismo
La histórica visita del papa León XIV a Turquía servirá para el sector turístico como imán para atraer a miles de excursionistas y es que este templo, hoy reconocido como un sitio arqueológico, recuperó el interés tras su redescubrimiento en 2014 luego de que un potente terremoto derrumbara la iglesia –que forma parte de los sitios sagrados de la cristiandad– bajo agua en el año 740 D.C.
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León XIV presidió a orillas del lago de Iznik una misa en recordación de los 1.700 años del primer cónclave en el año 325 y que eligió al líder cristiano antes del cisma. El rezo fue frente a las ruinas de la iglesia de San Neófito, en una ciudad clave en la historia del cristianismo, explica un reportaje de la agencia EFE.
Nicea, ahora Iznik
Datos oficiales revelan que Nicea –bautizada en la Turquía moderna como Iznik– fue declarada “ciudad santa” después de Jerusalén y Roma, y por ello que la región turca de Anatolia destaca como cuna del cristianismo.
A partir del siglo XIII, el nivel de aguas del lago de Iznik empezó a subir hasta cubrir las ruinas, dejando los fundamentos a unos dos metros de profundidad. Las ruinas no se redescubrieron hasta 2014, gracias a una foto aérea.
En realidad, la población local conocía bien los muros sumergidos a pocos pasos de la popular playa del lago, pero sin sospechar su origen cristiano, precisó el arqueólogo Mustafa Sahin, catedrático de la Universidad Uludag de Bursa.

Tras una década de excavaciones, el conjunto, bajo gestión del Ministerio de Cultura y Turismo turco, se abrió al público a finales del pasado octubre, junto a un centro de visitantes y un pequeño museo.
Aunque en su día se anunció que el yacimiento sería un subacuático, el retroceso de las aguas dejó ya en 2024 el conjunto en terreno seco.
Pasado imperial
Numerosas agencias turísticas incluyen a Nicea en sus circuitos para mostrar a los creyentes.
La ciudad de Nicea es pequeña. Cuenta con 20.000 habitantes, pero su importancia es tal por su pasado imperial. Según el reporte de EFE, Constantino I presidió el concilio, y en el siglo XIII Nicea fue capital bizantina. Murallas, ruinas de iglesias y la basílica de Santa Sofía (en Estambul), hoy mezquita, recuerdan esa época.
Respaldada por diversas investigaciones de historiadores y arqueólogos, las ruinas ubicadas frente al lago fueron confirmadas como los restos de la iglesia bizantina. En el año 380 se construyó sobre esas mismas bases un nuevo templo al que denominaron “de los Santos Padres”, en honor a los obispos que participaron del cónclave.
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Imperio de Constantino
La existencia de este templo durante el imperio de Constantino está apoyada por el cronista Gregorio de Cesarea en el siglo IX, quien consignó que el comandante de las tropas omeyas que sitiaron la ciudad sin éxito en 727 rezó en la iglesia dedicada a los padres del concilio.
Pero según EFE este segundo templo también fue destruido por otro sismo de magnitud 9 en el año 1065. No se volvió a restaurar, siguió en uso hasta el siglo XIII, como atestiguan las monedas encontradas en el baptisterio.
Tras la visita del Papa se espera que el turismo se multiplique por cientos. El museo local recibe llamadas de agentes turísticos interesados en los monumentos.
¿Por qué Nicea es importante para la religiosidad universal? Apuntes históricos refieren que marcó un hito al reunirse allí por primera vez los cristianos de Oriente y Occidente. De esta reunión surgió acuerdo teológico del que nació el actual “Credo” sobre la divinidad de Dios y de su hijo, acabando con los arrianos, que no creían en la divinidad de Jesucristo.
