La salchicha bratwurst en un nuevo museo alemán

La historia de la salchicha bratwurst nos lleva a las onduladas colinas de bosques del centro de Alemania, un lugar donde los carniceros locales preferían una salchicha larga y jugosa, que era demasiado grande para caber en un panecillo, pero que de todas maneras era servida con uno.

La historia de la salchicha bratwurst nos lleva a las onduladas colinas de bosques del centro de Alemania.
Comparada con otras variedades regionales alemanas, la de Turingia es una salchicha grande, más rellenita y algo más jugosa, que suele servirse en un panecillo con mostaza, similar a la variedad que ha llegado a Norteamérica como "brat".Bodo Schackow

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Estamos hablando de la salchicha bratwurst de Turingia, un lugar que ahora está celebrando su legado tras duplicar en tamaño, después de reubicarlo, a su viejo museo en la histórica ciudad de Müllhausen.

La salchicha bratwurst de Turingia en un cañón.
El museo más nuevo de Alemania se inauguró con un cañón de salchichas.

Hasta 2019, el Museo Alemán de la Bratwurst estaba en otra parte de Turingia, pero superó su capacidad allí con unos 70.000 visitantes al año.

Más allá de ser una verdadera capital europea de la salchicha, la pintoresca ciudad medieval de Mühlhausen, ubicada a unas tres horas en tren de Berlín, bien vale una visita para ver su centro, gran parte del cual sobrevivió a los bombardeos de los aliados en la Segunda Guerra Mundial.

Pero el foco ahora está puesto en la bien preservada tradición de la famosa salchicha en la ciudad, que se remonta a más de 600 años atrás.

La bratwurst de Turingia fue mencionada por primera vez en un libro de contabilidad del monasterio de Arnstadt en 1404.

La salchicha bratwurst con cuchillos de carnicero, kitsch y jardín aromático

La exposición muestra el culto a la salchicha de Turingia con documentos históricos, equipos y herramientas de carnicero, como picadoras de carne y jeringas para relleno de salchicha, así como arte, curiosidades y kitsch relacionados a este popular producto.

Desde 2003, la “Rostbratwurst” de Turingia, principalmente una salchicha de cerdo, está protegida con denominación de origen por la Unión Europea, a la par con el jamón de Parma y el champagne.

El recinto de cuatro hectáreas del museo también incluye una “casa de la salchicha” con 120 asientos para eventos y celebraciones, un show y un jardín de plantas aromáticas, así como una granja y un espacio cerrado con animales para niños.

En este nuevo museo se invirtieron unos cinco millones de euros (unos 5,4 millones de dólares), según la asociación Amigos de la Bratwurst de Turingia que opera la institución.

La salchicha bratwurst en una producción de 42.000 toneladas

La construcción comenzó hace unos tres años, pero se retrasó a causa de la pandemia y la falta de personal.

En Turingia se producen anualmente unas 42.000 toneladas de esta salchicha e incluso entre los crecientes movimientos vegetariano y vegano en Europa, la producción en esta parte de Alemania creció más del doble desde 2003.

El museo en sí tiene cartelería mayoritariamente en alemán, pero la exposición y el sabor de la bratwurst que degustará después del recorrido hablan por sí mismos.

La bratwurst de Turingia versus la de Núremberg

El Museo de la Bratwurst de Turingia no es el único museo de su tipo en Alemania, pero es el primero, ya que abrió sus puertas en otra parte del estado en 2006.

Más al sur, en el estado federado de Baviera, que también adora las salchichas, hay un museo dedicado a la bratwurst en la ciudad de Núremberg, también conocida por sus mercados navideños y amante de la comida abundante.

Esta ciudad también asegura ser una de las primeras en Europa en las que se fabricaron salchichas.

Los verdaderos aficionados al tema deberían considerar visitar ambos museos, dado que el Museo de la Bratwurst en Turingia es muy diferente a su contraparte bávara.

También con queso

Una bratwurst en Alemania se consigue en todos los tamaños y puede ser de picado fino o grueso, hecha a la parrilla o la sartén y contener una amplia variedad de ingredientes: además de carne, estos incluyen hierbas y especias.

En algunos casos, el relleno también incluye queso, vino, aguardiente e incluso chocolate.

La de Turingia es una salchicha larga, más rellenita y más jugosa, y se sirve típicamente en un panecillo con mostaza.

Es similar a la variedad que se abrió camino en Norteamérica como “brat”.

La de Núremberg, en tanto, es más pequeña, más firme y más especiada, y los restaurantes de Baviera muchas veces la sirven de a seis y con chucrut.

De todas maneras, también se puede pedir “Drei im Weggla” -tres salchichas en un panecillo-, una especie de fast food medieval alemán.

El museo de la salchicha de Núremberg, sin salchichas

Se equivoca si piensa que encontrará una verdadera bratwurst en el museo de Núremberg. Quizá lo más raro de esta atracción turística es que no se puede probar ninguna salchicha allí.

Al contrario de la fábrica de Guinness en Irlanda, que premia a los visitantes con una pinta -568 ml- recién tirada de la bebida negra al final de la visita, el Museo de la Bratwurst en Núremberg no ofrece degustar aquello sobre lo que se está aprendiendo.

En vez de eso, los curadores asumen que uno viene directamente o tiene previsto ir a uno de los muchos puestos de salchichas de la ciudad.

Después de todo, las salchichas son omnipresentes en Alemania y no deberá alejarse mucho del museo para hallar uno.

En partidos de fútbol

Ya sea en barbacoas, festivales o partidos de fútbol, hay numerosas instancias en la vida alemana en la que la bratwurst simplemente es un requisito indispensable.

Según la Asociación Alemana de Carniceros, las personas en Alemania comen un promedio de 2,7 kilogramos de salchichas bratwurst per capita cada año, una cifra que se mantuvo estable en los últimos años, a pesar de la tendencia a una dieta más balanceada y con menos carne.

Muchos alemanes discutirían que ningún estadio de fútbol o mercadillo navideño que se precie debería abrir sin antes tener listo su puesto de salchichas con una amplia reserva de mostaza.

Así que ya visite o no Núremberg o Mühlhausen, durante su visita a Alemania, tendrá suficiente ocasión de empaparse de la cultura de las salchichas locales en cualquier otra instancia.

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