Los coloridos patios de Córdoba, oasis escondidos de Andalucía

Manuel Cachinero cumplió un sueño cuando hace años compró la señorial casa barroca de 1782 en la calle La Palma. Un sueño de columnas y relieves con un acogedor patio que inspiró por completo al escultor.

Manuel Cachinero cumplió un sueño cuando hace años compró la señorial casa barroca de 1782 en la calle La Palma. Un sueño de columnas y relieves.
Los patios de Córdoba, ricamente decorados, son especialmente atractivos cuando todo está en flor.Roswitha Bruder-Pasewald

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El artista encontró un abrevadero -bebedero- para los caballos y una fuente con motivos arabescos. Alguna vez pasaron incluso por el patio carruajes con caballeros vestidos de fiesta.

Cada maceta o tina de barro del patio interior de la calle Alfonso XII estan llenas de plantas que brotan y crecen, iluminan el ambiente y emanan distintos aromas.
Especialmente durante el Festival de los Patios, en mayo, una recomendación alejada de las multitudes: el patio interior de Inmaculada Zafra, en la calle Alfonso XII nº 29.

Hoy en día, el patio de Cachinero es un atelier al aire libre.  Bajo sus manos, el metal se transforma en toreros, bailarinas y figuras de Cristo.

Cada año, el patio, rodeado de gruesos muros y oculto tras puertas ornamentadas de madera, se acerca un paso más a las ideas de Manuel sobre el Jardín del Edén.

Los nuevos gobernantes pavimentaron los muros con azulejos de colores cuyos motivos recordaban a la antigua patria. También colocaron pilas rectangulares llenas de plantas acuáticas y construyeron fuentes.
Vistas interiores florales en Córdoba: uno de los patios del Palacio de Viana.

Los coloridos patios de Córdoba, un oasis de bienestar

Los limoneros y mandarinos emanan un aroma embriagador. Las hortensias, enormes, se lucen en todo su esplendor. Sin embargo, el mayor tesoro es la buganvilla, cuya belleza eclipsa a la competencia.

Sus miles y miles de flores caen por la pared blanca como si fueran una cascada. Tanta magia verde requiere de cuidados. Y, sobre todo, hay que regarla con regularidad. Porque al mediodía, las calles de Córdoba se convierten en un infierno abrasador.

Se estima que en la ciudad del sur de España hay más de 4.000 patios. Para sus dueños, estos bellos patios internos son un lugar tranquilo que les permite retirarse y disfrutar de cierto fresco.

Cuando el calor agobiante se abate sobre la ciudad, estos espacios con sombra, flores y árboles se convierten en un auténtico oasis de bienestar.

Los coloridos patios de Córdoba, jardines amurallados

Allí es donde se plancha la ropa, los niños hacen las tareas y, por las noches, se reúnen los amigos.

El patio brinda una sensación de protección, y sin embargo, a veces también se traslada hasta allí el bullicio de la calle.

Sus puertas nunca están del todo cerradas. Solo basta con golpear y, como si hubiera una mano mágica detrás, muchas veces la puerta también se abre para los extraños.

Los romanos y los visigodos ya descubrieron que estos jardines amurallados eran un arma secreta contra el calor. Pero fueron los árabes, que dominaron gran parte de la península ibérica durante casi 800 años, quienes elevaron el diseño de los patios a la categoría de arte.

En los patios grandes, las palmeras daban sombra y eran el centro de atención; en los más pequeños, deleitaban la vista los acentos florales.

Guijarros de río o cantos rodados a modo de aire acondicionado

Los nuevos gobernantes pavimentaron los muros con azulejos de colores cuyos motivos recordaban a la antigua patria.

También colocaron pilas rectangulares llenas de plantas acuáticas y construyeron fuentes.

Muchos patios son recubiertos hasta hoy en día con guijarros del río Guadalquivir. Estas piedritas negras y blancas no solo son bonitas, sino que también funcionan como una especie de aire acondicionado.

“Por las mañanas, rociamos agua en los patios. El agua se junta en las rendijas y enfría de esta forma los patios”, explica el escultor Cachinero. Su patio ya ganó varios premios de la competencia anual de los patios más lindos de Córdoba.

Jardines en perfecta armonía

Cuando Abderramán I, de la dinastía gobernante de los omeyas, fundó el emirato independiente de Córdoba a mediados del siglo VIII, sentó las bases de una metrópoli que rondaba el medio millón de habitantes.

El omeya hizo trazar jardines en perfecta armonía y construir palacios, baños y escuelas, incluyendo su legado más importante: la mezquita, que con sus sucesoras se convertiría en la mayor mezquita del islam en Europa.

El gobernante compró las tierras necesarias a los visigodos. Toleró su fe siempre y cuando los “infieles” pagaran impuestos adicionales.

Córdoba se convierte en el centro cultural de Europa

Astrónomos, matemáticos y médicos hicieron de Córdoba un importante centro de la ciencia y la cultura.

Allí fueron traducidos del árabe al latín los textos de los antiguos filósofos, mientras que los comerciantes hacían buenos negocios.

Al parecer, había en Córdoba más de 3.000 mezquitas, una biblioteca universitaria con 400.0000 libros y 300 baños árabes.

El brillo de aquellos años se apagó un poco. Solo quedan unos muros enclenques de la Medina Azahara, la residencia de verano en forma de terrazas del califa, donde los embajadores de todas partes de Europa quedaban deslumbrados por el esplendor de los gobernantes moros.

Y sin embargo, el mito de Al-Ándalus, como llamaban los árabes a su imperio en la península ibérica, sigue siendo omnipresente.

El minarete o torre de la sala de oración del Patio de los Naranjos, desde cuya cima los turistas pueden obtener una vista panorámica de Córdoba, fue reformado por los cristianos tras la reconquista.

Sin embargo, se conservaron en gran parte las inscripciones arabescas de los muros claros, las fuentes, originalmente destinadas a las abluciones o lavados rituales, y, sobre todo, la mezquita.

La construcción más espectacular de Córdoba es el testimonio más famoso del estilo mudéjar árabe después de la imponente Alhambra en Granada.

El casco histórico, Patrimonio Cultural Mundial de la Unesco

Un total de 800 columnas sostienen la mezquita, esta obra maestra de la arquitectura.

En su interior, los arcos dobles de piedra o un nicho para la oración en forma de caracola, cubierto de mosaicos dorados, deslumbran a los visitantes.

Hoy en día, la mezquita-catedral es considerada Patrimonio Cultural Mundial de la Unesco. Y dado que los patios son tan característicos de la ciudad andaluza, estos también fueron puestos bajo protección.

“Mi patio es mi orgullo”, dice Inmaculada Zafra, que cuida de su pequeño reino tras los gruesos muros tanto como el escultor Cachinero.

Cada maceta o tina de barro del patio interior de la calle Alfonso XII estan llenas de plantas que brotan y crecen, iluminan el ambiente y emanan distintos aromas.

Que el patio de esta señora de rulos grises no se encuentre en el barrio San Basilio tiene puras ventajas en mayo, ya que este se llena de gente cuando la ciudad celebra la competencia del patio más lindo. Esto significa que delante de cada uno de los patios se forman largas filas.

Sin embargo, nadie debe esperar para apreciar el patio de Immaculada Zafra y, además, todos son siempre bienvenidos. A fin de cuentas, su dueña no se toma nunca vacaciones: su querido patio es un trabajo de tiempo completo.

Fiesta

El festival de los patios se celebra entre el 2 y el 14 de mayo este año. Durante esas fechas, 60 de los alrededor de 4.000 patios internos de Córdoba abren al público. Pero también se pueden recorrer en tours privados durante todo el año.

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