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Justo antes de abordar en Buenos Aires el avión que me llevaría a Ushuaia, la capital de la provincia de Tierra del Fuego, cuyo nombre se traduce del idioma yagán como “bahía del fondo”, decidí comprar un libro que -esperaba- me ayudaría a pasar las 3 horas y media que dura el vuelo.
Ingenuamente y sin saber mucho, me hice de un ejemplar de Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973). Resultó ser un libro de espeluznantes cuentos de terror -doce para ser precisos-. Y ahí estaba, el quinto en la secuencia, “Pablito clavó un clavito: una evocación de petiso orejudo”.
Para quienes no lo sepan, Cayetano Santos Godino, alias Petiso Orejudo, es considerado el primer asesino en serie de la Argentina, que terminó sus días en el Penal de Ushuaia. Ese sería mi primer acercamiento a ese siniestro ser, que a pesar de haber matado a cuatro niños y haber intentado cometer otros siete asesinatos, hoy es una especie de atractivo turístico.
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Ni bien poner pie en esta tierra de naturaleza abrupta, en versión edulcorada y simpática, omnipresente, este asesino nos acompañaría a lo largo de los días en forma de estatua, como bufón disfrazado, en postales y souvenirs.
Para entender que una ciudad haya decidido identificarse a este punto con un ser tan funesto, hay que saber que el origen de esta ciudad como tal tiene mucho que ver con el sistema penitenciario argentino.
Habitada por los pueblos originarios yámanas o yágan, los kawésqar, los onas y los haush, solo albergaría su primer asentamiento no indígena en 1869.
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Unos años después, en 1896 un plan de Colonización Penal del gobierno argentino fundó allí el Presidio de Ushuaia que sería el puntal del desarrollo de la ciudad que hoy habitan más de 100 mil personas y que visitan al año otras 400 mil.
La mejor época del año para conocer Ushuaia acaba de empezar, al menos para los turistas que se sienten atraídos por este destino austral, pero le temen al frío extremo. En esta temporada las horas de luz son largas y la temperatura promedio es de 10°C, aunque puede llegar a 20°C.
Qué hacer en Ushuaia
Aprovechando la movilización al sur del continente, un viaje a Ushuaia se puede combinar con una parada en Calafate (a no engañarse, los separan 900 kilómetros de distancia) o con una visita previa o posterior a Buenos Aires, siempre interesante y llena de propuestas, en cualquier época del año. Pero si hay poco tiempo, tenerla como destino exclusivo vale absolutamente la pena.
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En invierno es un destino para deportes de nieve, propios de la época, y es entonces que se llena de deportistas del hemisferio norte. Pero es en verano cuando se abre en todo su esplendor, y es más fácil recorrer sus parques y disfrutar de las hermosas vistas.
Para quienes buscan aventurarse y explorar en modo trekking es un lugar único, que premiará a quienes hagan el esfuerzo con vistas y experiencias sensoriales y de contacto con la naturaleza que solo la Patagonia regala a quienes se adentran en su territorio.
Para aquellos a quienes no les interesan estos presupuestos (deportes de invierno o aventura extrema) va esta propuesta de recorridos para hacer en tres días en Ushuaia. Combinan naturaleza, historia, navegación, gastronomía y la ineludible sensación de haber tenido el privilegio de llegar casi hasta la convención de un fin del mundo que en realidad no tiene arriba ni abajo.
Itinerario de tres días en Ushuaia
Día uno
Por la mañana: Recorrido en el Ferrocarril Austral Fueguino o Tren del fin del Mundo. Paradas en las estaciones La Macarena y Parque Nacional Tierra del Fuego.
Revive los últimos 7 kilómetros que hacía el “tren de los presos”, que salía de la cárcel cargado de presidiarios y los llevaba a la ladera del Monte Susana. Allí los presos debían juntar madera y piedras para la construcción de la cárcel.
Es un primer acercamiento a la historia de la ciudad y el presidio germinal. Por eso los anfitriones se visten como presos (Petiso Orejudo incluido).
El recorrido por los paisajes que en esta época del año son de verde exuberante y aguas cristalinas dura una hora y diez minutos. La nieve ha quedado atrás y solo se ve en los picos lejanos.
Para los adultos el pasaje en clase turista es de 9.800 pesos (unos G. 274 mil) y en clase premium de 21.300 pesos (G. 596 mil).
Se puede complementar el paseo con una excursión por la senda costera a la Bahía de Lapataia, una de las maravillas del Parque Nacional Tierra del Fuego. Es un fiordo rodeado de bosques magallánicos.
Allí se encuentra el cartel que señala el final de la ruta nacional nº 3, que empieza en La Quiaca, en la frontera de Argentina con Bolivia. Resulta conmovedor observar la emoción de los que llegan hasta ese punto, en busca de la foto con el cartel de señalización, luego de un recorrido en moto o en bicicleta que bien pudo haber empezado en Alaska, mucho tiempo y casi 18 mil kilómetros atrás.
Por la tarde: caminar hasta el puerto turístico y abordar el ferry que navega por el canal del Beagle y lleva al faro Les Éclaireurs (Los Exploradores) y las Islas de Tierra del Fuego.
Las embarcaciones que hacen estos recorridos ofrecen vistas panorámicas y un bar a bordo, para disfrutar con una taza de café o chocolate caliente entre las manos.
La distancia permite observar el skyline de Ushuaia, antes de llegar a los destinos principales. La duración de la excursión estará marcada por los puntos a visitar, pero incluye el faro Les Éclaireurs, que los locales se encargan de aclarar todo el tiempo que no es el faro del fin del mundo que inspiró la novela del escritor francés Julio Verne.
Pero eso es lo de menos. El faro de vivas franjas rojas y blancas lleva allí más de un siglo enclavado, iluminando a los aventureros contra viento y marea. Y una foto con él de fondo contra el prístino azul intenso del cielo es la postal que buscan indefectiblemente los viajeros como prueba de su travesía.
La emoción crece al acercarse surcando las aguas cristalinas del canal, en un recorrido acompañado por gaviotas, albatros y cauquenes. Los catamaranes lo rodean y la distancia parece tan breve que uno siente que podría tocarlo alargando el brazo.
La navegación suele incluir también visitas a la isla Martillo, donde se pueden ver pingüinos papúas y magallánicos. También un descenso en las islas de Tierra del Fuego, para una caminata.
Además de pinguinos, en el recorrido se pueden observar colonias de lobos marinos y cormoranes imperiales (que para la mirada lega pueden parecer pingüinos, pero resulta que no lo son).
Precio aproximado: Adultos: 11 mil pesos (G. 308.000).
Día dos
Excursión a Puerto Almanza, a 80 kilómetros de la ciudad de Ushuaia. Con paradas en el valle Carbajal, con un nuevo mirador que da a la Reserva Natural y Paisajística Tierra Mayor; el centro invernal Tierra Mayor que tiene una pista de esquí de fondo no habilitada en verano; la laguna Victoria, a los pies de la ruta provincial J, la estancia Harberton y el mirador Árbol Bandera.
Al final de este recorrido está el premio mayor: la centolla más fresca que se pueda comer, en un pueblito de ensueño y poquísimos habitantes sobre el canal del Beagle. Enfrente está Puerto Williams, en Chile.
José Raipán (45) es uno de los pocos habitantes del pueblo, que la cosecha para que su familia la prepare a los visitantes en el pequeño restaurante que ellos mismos atienden.
“La centolla se pesca con trampas o jaulas con cono abierto. El crustáceo se deja caer y… Acá es todo fresco. Vos venís y comés lo que tenés que comer y pagás lo que tenés que pagar. La comida gourmet no me gusta, te venden colores”, dice José.
Por la tarde: visita al Museo Marítimo y del Presidio de Ushuaia
Es otra visita indispensable para los turistas, porque ayuda a comprender la historia de la fundación de la ciudad y los vejámenes sufridos por los prisioneros.
Allí es donde pasó sus últimos años el Petiso Orejudo del comienzo de esta historia, y donde fue asesinado por sus propios compañeros de presidio, por haber matado a un gato. Para que no quepan dudas de quién es el personaje principal, en la entrada del complejo se encuentra emplazada una estatua con su figura, que lo muestra cargando herramientas, y dentro, en una celda hay otra que blande un cordón, el arma letal que usaba para estrangular.
Esta cárcel se montó de manera provisoria en Ushuaia en el año 1896, destinada a los reincidentes, como una estrategia de colonización. Unos años después se emplazaría allí también un presidio militar.
Con el tiempo, la cárcel llegó a albergar a 600 presos, autores de graves delitos, que debían trabajar en condiciones extremas y sufrir apremios. En 1947 se cerró el penal, y hoy el edificio atrae a los visitantes.
El pabellón 1 que se conserva como estaba originalmente es espeluznantemente tétrico y helado. Caminar por su largo pasillo apenas sirve para esbozar el horror que debe haber sido el vivir allí.
El mismo complejo alberga el Museo Marítimo (la visita sirve para instruirse sobre la diferencia entre pingüinos y cormoranes), el Museo Antártico y el Museo de Arte Marino.
Precio: Adultos 6.200 pesos (G.173.000)
Día tres
Paseo por el centro de la ciudad: la avenida principal, San Martín, donde se concentran tiendas de recuerdos (los souvenirs más populares tienen que ver con la cárcel y el Petiso, cuya omnipresencia se manifiesta aquí en forma de remera, llavero, taza y más), hoteles, negocios, restaurantes y demás.
Una paseo sereno y en modo contemplación por la costanera también es una experiencia reconfortante.
Un plus: pasar un día de spa o descanso en alguno de los resorts con magníficos entornos, a todo lujo. En el Arakur, ubicado en el cerro Alarken se puede vivir la increíble experiencia de nadar en una pileta climatizada con borde infinito al aire libre, rodeado de montañas con picos nevados.
De noche se puede repetir bajo el cielo estrellado, y con vistas a las luces de la ciudad.
Cómo llegar de Paraguay a Ushuaia
Por la distancia nos separa, la opción más práctica es viajar por aire; primero desde Asunción (o ciudades limítrofes argentinas). Indefectiblemente se deberá tomar un avión a Buenos Aires y desde allí otro al Aeropuerto Malvinas Argentinas. También se puede combinar una ida por tierra hasta la capital argentina, tal vez con una parada de un par de días -siempre es maravilloso darse un baño de cultura y gastronomía allí- y luego seguir viaje en avión.
Hay por lo menos cuatro aerolíneas comerciales que hacen ese recorrido desde Buenos Aires, incluidas opciones de bajo costo. Un pasaje ida y vuelta desde la capital argentina puede costar en esta época alrededor de 400 dólares, con maleta incluida. Pero con tiempo, se consigue a mejor precio.
El vuelo directo toma 3 horas y media.
Para quienes disponen del tiempo suficiente y la avidez de vivir el recorrido kilómetro a kilómetro con ineludibles paradas, está la posibilidad de viajar por tierra. Desde Buenos Aires son más de 3 mil kilómetros de paisajes inmensos, cielos prístinos, lagos y montañas.
Como Tierra del Fuego es una isla, es ineludible pasar por territorio chileno, y cruzar en balsa hasta la isla fueguina.
No hay servicio directo de buses desde Buenos Aires. Es necesario combinar tramos.
Por tierra, existen dos opciones más, las favoritas de los aventureros. Y aunque parezcan titánicas, atraen a personas que se suben a una moto o una bicicleta y llegan sobre dos ruedas. No solo eso: algunos eligen estos vehículos para hacer la travesía de su vida uniendo Alaska con Ushuaia de ese modo.
Desde luego, esto requiere de un gran espíritu aventurero, mucha energía y tiempo. Pero el logro es tan satisfactorio que miles de viajeros al año se lo proponen y lo logran.
Por último, está la opción de llegar por agua. Los cruceros que atracan allí son generalmente preferidos por europeos que visitan varios puertos. Algunos se dirigen desde Ushuaia a la Antártida, y este es el último lugar donde pueden abastecerse.
Dónde comer Ushuaia
La experiencia gastronómica en el fin del mundo es por sí misma un atractivo turístico. La oferta es variada, pero la joya de la corona son los mariscos y pescados frescos y entre los frutos del mar, la centolla fueguina, aunque las almas carnívoras se inclinarán por el cordero patagónico sin dudas.
Siempre es bueno preguntar por la pesca del día. La merluza negra es típica de la zona, y hay abundancia de platos con salmón, que a los locales les gusta aclarar, no es una especie nativa. También es famosa la trucha.
La carne de conejo y los hongos completan las propuestas gastronómicas locales. Y por supuesto, las humeantes y reparadoras sopas.
Para el cierre, los postres con frutos del bosque son de rigor.
He aquí unas pocas, pero contundentes propuestas de lugares para comer en Ushuaia
Restaurante La Cravia
Ubicado el Arakur Ushuaia Restor & Spa, en la cima del cerro Alarken. Sirve comida internacional con un toque patagónico, con buffet y a la carta.
Restaurante Reinamora
También ofrece platos patagónicos y gourmet europeos. Integra el complejo de Los Cauquenes Resort. Es un lugar cálido, con vistas al canal del Beagle.
Restaurante Le Martial
En el hotel Las Hayas. Con vistas a la cordillera de los Andes, es otra magnífica opción de platos internacionales y locales. Se destacan las carnes y los frutos del mar, así como la coctelería.
Hard Rock Cafe
A pasos del puerto y abierto todos los días, ofrece el clásico menú de la cadena, con hamburguesas y ensaladas, además de menú infantil. Ideal para hacer una parada entre paseos.
Ramos Generales El Almacén
Inaugurado a principios del siglo pasado, fue un centro de abastecimiento y hoy está convertido en un restaurante donde se puede desayunar, almorzar, merendar y cenar en un pintoresco ambiente.Sobre la avenida Maipú, es un atractivo turístico.
En Puerto Almanza: Onas restaurante, es un local familiar que pone a la centolla en el centro de su cocina, donde se preparan recetas familiares. Recomendación: Centolla gratinada.
Al final de todo este recorrido, el cuerpo y el alma habrán recibido un refrescante baño de inconmensurable belleza en sentido literal y figurado y ambos estarán suficientemente pertrechados para volver a la lidia en las ardientes tierras guaraníes.
(Confieso, eso sí, que a veces me despierto sobresaltada a la medianoche y creo ver una pequeña silueta recortada de orejas afiladas).
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