El regreso de la infraestructura local: seguridad y costos en la era de la nube

Rack de servidores, imagen ilustrativa.
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A medida que la regulación y las presiones de costos se intensifican, un número creciente de empresas está reevaluando su estrategia en la nube, optando por una combinación híbrida que respeta el control de datos y maximiza la eficiencia operativa.

Tras años de migración a la nube, algunas compañías redescubren las ventajas de la infraestructura local por seguridad, control de datos y previsibilidad de costos

Durante más de una década, la nube pública fue sinónimo de modernización. Escalado instantáneo, despliegues ágiles y modelos de pago por uso impulsaron migraciones masivas.

Sin embargo, un número creciente de organizaciones está revisando esa apuesta y, en determinados casos, repatriando cargas de trabajo a centros de datos propios o a colocation.

El giro no es una negación del cloud, sino una reevaluación pragmática: seguridad, soberanía de datos, costos y rendimiento están llevando a un modelo más híbrido.

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El péndulo vuelve al centro

La llamada “repatriación del cloud” no es mayoritaria, pero ya no es anecdótica. Empresas tecnológicas que nacieron en la nube han publicitado retornos parciales a infraestructura propia, y sectores regulados —finanzas, salud, administración pública— intensifican el uso de entornos on‑premises o privados.

Informes de la industria muestran una tendencia a optimizar cargas: lo que escala y varía permanece en la nube; lo estable, predecible o sensible se acerca de nuevo al perímetro corporativo.

Detrás hay aprendizajes: las migraciones “lift‑and‑shift” sin refactorizaciones profundas muchas veces replicaron en la nube arquitecturas pensadas para data centers, con sobrecostes y complejidad operativa.

La madurez de herramientas de automatización, el auge de Kubernetes y la disponibilidad de colocation de última generación han rebajado barreras para operar infraestructura propia con prácticas cloud‑like.

Seguridad y soberanía: el ancla que retiene los datos

La seguridad es la primera razón declarada por los CIOs que reequilibran su mix. No se trata de que la nube sea “insegura”, sino de la necesidad de controles finos:

  • Soberanía y jurisdicción: leyes como el RGPD en Europa y normas sectoriales obligan a conocer dónde residen y cómo se procesan los datos. La infraestructura local facilita segmentaciones, residencias específicas y auditorías exhaustivas.
  • Superficie de ataque y dependencia: algunas compañías buscan reducir exposición a terceros y riesgos de cadena de suministro, reforzando modelos de “zero trust” y, en casos críticos, entornos air‑gapped.
  • Respuesta y forénsica: la proximidad física y lógica de los sistemas sensibles puede acelerar investigaciones, contención y recuperación ante incidentes.

El coste total vuelve a importar

El discurso del “pago por uso” se ha matizado con la experiencia. Los cargos por egreso de datos, el sobredimensionamiento por picos, la complejidad de licencias y la dependencia de servicios gestionados pueden elevar la factura.

En cargas estables y de alta utilización —almacenamiento a gran escala, bases de datos de misión crítica, procesamiento batch— la inversión en hardware propio y colocation bien gestionado ofrece:

  • Previsibilidad de OPEX, amortización de CAPEX y menor sensibilidad a egresos.
  • Eficiencia de rendimiento por unidad de costo cuando el hardware se mantiene con altos niveles de ocupación.
  • Negociación más diversificada de proveedores (energía, redes, hardware), reduciendo el riesgo de lock‑in.

No obstante, el ahorro no es automático: requiere disciplina de ingeniería financiera (capacity planning, métricas de utilización) y excelencia operativa.

La IA acelera el reequilibrio

La explosión de modelos de IA y cargas de entrenamiento/inferencia ha tensado la cadena de suministro de GPUs y encarecido el consumo en la nube. Para organizaciones con flujos estables de ML o con requisitos de privacidad sobre datos sensibles, la adquisición o el alquiler dedicado de aceleradores en instalaciones propias se ha vuelto atractiva.

Además:

  • La proximidad de datos a los modelos reduce latencias y costes de transferencia.
  • La gobernanza de prompts, pesos y datasets críticos es más controlable on‑premises.
  • Los frameworks modernos facilitan desplegar inferencia en el borde y en centros propios de forma consistente.

No todo debe volver: límites y riesgos

La nube sigue ofreciendo ventajas claras en elasticidad extrema, alcance global, servicios gestionados de alto nivel y time‑to‑market. Repatriar sin una tesis sólida puede reintroducir cuellos de botella:

  • Talento y operación: administrar hardware, redes y parches exige equipos y procesos maduros.
  • Escalabilidad y estacionalidad: cargas volátiles encajan mejor en modelos elásticos.
  • Innovación de plataforma: servicios serverless, analytics integrados o bases de datos avanzadas pueden ser más costosos de replicar localmente.

Para muchas organizaciones, la respuesta no es binaria, sino híbrida: políticas claras de colocación de cargas, conectividad de baja latencia entre nubes y data centers, y observabilidad unificada.

Qué se necesita para un regreso exitoso

Las compañías que están logrando beneficios tangibles suelen compartir una receta:

  • Inventario y clasificación de cargas por sensibilidad, volatilidad y perfil de uso.
  • Arquitecturas portables (contenedores, IaC, plataformas internas) que evitan el lock‑in y permiten mover cargas con menor fricción.
  • Colocation estratégico con acceso a múltiples carriers y opciones de interconexión a nubes públicas.
  • Seguridad y cumplimiento integrados desde el diseño, con auditorías y automatización.
  • FinOps y “Data Center Ops” coordinados: métricas comparables entre entornos para tomar decisiones basadas en datos.

Un nuevo equilibrio

El renacimiento de la informática local no deshace la era cloud: la redefine. A medida que la regulación se endurece, la presión de costos crece y la IA exige nuevas disciplinas, las empresas están componiendo arquitecturas donde la ubicación es una variable estratégica más.

La ventaja competitiva ya no está en “estar en la nube” o “estar on‑premises”, sino en elegir, para cada carga, el lugar óptimo en términos de seguridad, control, desempeño y costo, y en tener la capacidad operativa para moverlas cuando cambien las condiciones.