Aprovechando las polémicas de estos días sobre las pistolas de hidrogel, el antropólogo Marcelo Bogado reflexiona acerca de la confusión entre el mundo real y el mundo virtual en la sociedad contemporánea.
La Cámara de Diputados aprobó la modificación de su reglamento interno, eliminando la virtualidad, lo que implica que a partir de ahora deberán obligatoriamente asistir a las sesiones de forma presencial. La Cámara Baja venía acumulando una serie de episodios de rabonería y votaciones dudosas a consecuencia de la virtualidad, que era aprovechada por los legisladores para hacer campaña proselitista por sobre sus obligaciones legislativas.
“Realmente (la virtualidad) es insostenible y es un peligro para la institución democrática, porque estamos hablando de decisiones de un poder del Estado, que está sentando precedentes delicados y realmente preocupantes”, dijo el diputado Sebastián García (PPQ), detractor desde un inicio de permitir que se sesiones de manera virtual.
La virtualidad durante la pandemia fue el momento más difícil para alumnos de pre-primaria y los que terminan el colegio este año. Los más pequeños no tuvieron la oportunidad de conocer personalmente a sus compañeritos del jardín y pre-escolar; mientras que los de los últimos años fortalecieron sus lazos de amistad gracias a la tecnología.
Christian Lozano, presidente de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos de Instituciones Educativas del Paraguay (Fedapar), celebró la decisión del Ministerio de Educación de dejar como opcional la modalidad de clases a distancia, pues dijo que ni los padres ni los docentes estaban de acuerdo con esta medida.
La virtualidad, con sus múltiples beneficios, llegó para quedarse. Combinada con las ventajas de la presencialidad y el relacionamiento cara a cara, tan importante para el trabajo en equipo y la construcción de la cultura empresarial, conforman un modelo innovador que crea sinergia y un mundo de ventajas.