«Con la misma velocidad vemos un bombardeo, a alguien cantando y bailando y cómo se somete a un niño», reflexiona desde Buenos Aires el psicoanalista Alejandro Pascolini.
Una vez más los sindicalistas de ANDE dejaron en claro que la fantasía populista no tiene límites. En una nota enviada a este diario, cargada de retórica estatista, los líderes sindicales de ANDE llegan al extremo de la ridiculez, ya en el primer párrafo, acusando a este diario, a mi persona y a otros de conspirar para “impedir el buen servicio y funcionamiento de la ANDE”, para solo superarse en ridiculez en los siguientes párrafos, describiéndose a sí mismos como los grandes defensores de la patria y guardianes de las riquezas naturales del Paraguay (da risa). Amigos lectores, les invito a leer la nota enviada por los sindicatos de la ANDE, no por el aporte técnico o la contribución intelectual, sino por su alto contenido fantasioso.
El sindicalismo de la dictadura, liderado por el tristemente célebre Sotero Ledesma, no gozaba de ninguna afición de la parte oprimida del pueblo; al contrario, era motivo de burlas. El sindicalismo posdictadura ya no goza de la simpatía de nadie, y probablemente ni de los propios familiares de cerca de 270.000 empleados públicos, entre los cuales se incluye a policías, militares y diplomáticos.
El sindicalismo es una de las actividades más nobles. En todo el mundo ha significado para miles de personas una mejoría laboral, personal, familiar. Gracias a los sindicatos, muchas empresas acostumbradas a tratar a sus empleados como esclavos han tenido que negociar, aceptar reglas o firmar contratos colectivos que representaron importantes beneficios para las personas.
Luis Enrique Ramírez, presidente de la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas, vice de la asociación argentina, un defensor a ultranza de la organización de los trabajadores, admite que el sindicalismo está débil y atomizado. En esta entrevista, durante una breve visita a Asunción, el experto sostiene que los sindicatos divididos en pedazos solo benefician a unos cuantos, menos a los trabajadores.