13 de agosto de 2025
Pasados diez años de la captura del presidente iraquí, Sadam Husein, Irak debe acarrear todavía la pesada carga de la herencia del dictador ejecutado tres años después: conflictos, sanciones, burocracia, corrupción y represión. A pesar de que el país petrolero tiene un papel cada vez mayor en la economía mundial y la diplomacia regional, esa herencia bloquea su reconstrucción.
WASHINGTON (EFE). Diez años después del inicio de una guerra que comenzó con un argumento falso, costó la vida a más de 4.000 de sus soldados y cerca de un billón de dólares, Estados Unidos encuentra pocos motivos para conmemorar, menos aún dada la persistente inestabilidad en Oriente Medio.