13 de agosto de 2025
El Estado paraguayo continúa desatendiendo a las personas privadas de libertad al no asignar recursos para programas de reeducación y reintegración en su presupuesto. Diana Vargas, abogada especializada en derechos humanos, advierte que la falta de inversión estatal perpetúa la reincidencia y la violencia tanto en las cárceles como en la sociedad.
Las fallas sistemáticas por décadas del sistema penitenciario, como el hacinamiento de presos, derivaron en que la reclusión no “esté en condiciones” de preparar a los reos para una reinserción en la sociedad cuando cumplan sus penas, según viceministro.
Las cárceles del Paraguay están superpobladas y el régimen penitenciario es un caos total, ya que dentro de los presidios existe todo tipo de tráfico y consumo de drogas. Los mismos familiares de los internos muchas veces son los que llevan los estupefacientes a los reclusorios. Sin embargo, no existe una política de reinserción bien encaminada. Hace unas semanas, dos peruanos que están trabajando desde hace tiempo en una de las cárceles más grandes y conflictivas de su país como es el penal de Lurigancho, asentado en Lima, vinieron a exponer un novedoso trabajo en redes que hacen en el presidio para sacar a los reos de las drogas. El reclusorio, según contaron los extranjeros, tiene capacidad para 3.000 personas pero hoy alberga a 10.000 presos.
Con la entrada en vigencia del nuevo Código de Ejecución Penal, que rige desde el 16 de abril pasado, se abre un abanico de beneficios para las personas privadas de libertad, con vistas a lograr su reinserción a la sociedad. En este nuevo escenario, se hacen posibles las salidas con fines laborales y de integración familiar, entre otras innovaciones. La reducción de la pena como premio por la participación en actividades laborales y educativas, acompañadas de buena conducta, así como la asistencia integral incluso tras la libertad, son otras novedades que trae el flamante texto legal.
El penal de Tacumbú, la vieja prisión que por décadas fue solo un “cementerio” de seres vivos, hoy muestra una nueva faceta ya que se está apuntando a la reinserción de los internos; para eso se transformaron algunos pabellones y, con ayuda de instituciones del Estado y varias iglesias, se ayuda a los presos a aprender oficios.
La contratación de reclusos para la prestación de servicios al Estado o a las municipalidades es una de las alternativas para lograr la reinserción laboral de los convictos, con vistas a su rehabilitación y su posterior reinserción a la sociedad. Esta experiencia, vigente en la Argentina, fue compartida con autoridades nacionales por una delegación de activistas penitenciarios del vecino país, cuyos miembros también visitaron cárceles de Asunción y Coronel Oviedo.