2 de diciembre de 2025

BUENOS AIRES. El presidente de Argentina, Javier Milei, busca dar un impulso a sus reformas, tras su victoria electoral, y consenso con los gobernadores de las provincias a los que convocó a una mesa de diálogo.
Este Gobierno se autoproclama “reformista” y se jacta de leyes estructurales que solo sirven para el marketing, ya que pasan meses y años y, en la práctica, ni se aplican ni se cumplen. El 16 de enero de 2025 se promulgó una versión “suavizada” de la nueva ley de la función pública, y solo ahora, nueve meses después, salió una primera reglamentación de fondo, y únicamente para los entes dependientes del Poder Ejecutivo, mientras todo el tiempo saltan descarados casos de nepotismo y acomodos en la burocracia estatal. Otro ejemplo es el de la supervisión previsional. La ley se aprobó en diciembre de 2023, pero, transcurridos casi dos años, recién se acaba de reglamentar el Consejo Nacional de Seguridad Social, que todavía es un paso previo para la creación de la Superintendencia de Jubilaciones y Pensiones. Las leyes por sí mismas no significan mucho, lo que cuenta es su aplicación en los hechos y los resultados.
La Municipalidad de Asunción atraviesa una de las crisis más graves de su historia. La institución que debería liderar el desarrollo urbano integral de la Capital se ha convertido en un organismo ineficiente, sobredimensionado, con graves indicios de corrupción y una profunda quiebra financiera. La reciente renuncia del exintendente Óscar Rodríguez, ocasionada por la presión ciudadana y –sobre todo– por la pérdida de respaldo político de su propio movimiento (el cartismo), fue solo el síntoma visible de un sistema que hace tiempo dejó de funcionar.
Un desempeño agropecuario mejor que el esperado, un aumento del consumo interno, debido en buena medida a la estabilización en Argentina, lo que provoca precios domésticos más competitivos en relación con el país limítrofe, un ajuste global del dólar que alivia tensiones macroeconómicas y aligera el peso del endeudamiento público, todo lo cual estimula la confianza de los inversores y el ambiente de negocios, son algunos factores que hacen que la economía paraguaya esté experimentando un ciclo de alto crecimiento, con tasas mensuales cercanas al 6% y una proyección de alrededor del 5% para el año, superior a la estimada. Es el momento de aprovechar y concretar las postergadas reformas estructurales. El presidente Santiago Peña se ha demorado mucho para avanzar en las mismas, pero nunca es tarde para hacer lo correcto. Se le presenta una gran oportunidad. Depende de él.