El término defraudar está definido por la Real Academia Española como “privar a alguien, con abuso de su confianza o infidelidad de las obligaciones propias, de lo que le toca en derecho”. Algunos de sus sinónimos son estafar, timar, robar. Otro significado es “frustrar, desvanecer la confianza o la esperanza que se ponía en alguien o en algo”. Ambas acepciones le calzan como anillo al dedo a la mayor parte de la clase política en los tres poderes públicos, con el triste agregado de que lo hacen con total desfachatez, apropiándose impúdicamente de los recursos aportados por los contribuyentes y burlándose en la cara del 90% de las fuerzas vivas, que no viven del Estado, pero que trabajan para mantenerlo. El último insultante espectáculo fue el del tratamiento del tema “antinepotismo” en el Senado.