Laura de Grado, Madrid, 5 oct (EFE).- El juicio por la violación múltiple a Gisèle Pelicot, drogada por su marido, Dominique Pelicot, durante casi diez años para que decenas de hombres la violaran, está marcando un hito en Francia y en el mundo al poner en evidencia la violencia sexual sistemática que sufren miles de mujeres y la revictimización a la que son sometidas quienes deciden romper el silencio.
Cada vez que escuchamos un caso de feminicidio no falta el familiar, amigo, allegado o compañero de trabajo que inmediatamente realiza la trascendental pregunta del pila; ¿y ella qué habrá hecho?
La expresión “crimen pasional”, que se utilizó por décadas, ya fue desterrada de las redacciones periodísticas. Más lentamente, va avanzando el conocimiento de que el factor decisivo en los feminicidios no es la existencia de relaciones de pareja sino el odio misógino.
El ministro de Educación, Luis Ramírez, minimizó días atrás las críticas hacia el contenido del plan de educación sexual que socializan con docentes y familias de escuelas públicas, denominado “12 Ciencias para la educación de la sexualidad y la afectividad en la escuela”. Pero expertos y organizaciones critican varios puntos, por carecer de rigor científico y tener sesgo religioso, estereotipos de género y machismo. Estos son los 13 puntos más criticados de los materiales.
La muerte del joven Nahel Merzouk, de 17 años, abatido por el disparo de un agente de la policía el pasado 27 de junio, incendia toda Francia. Marcelo Bogado explica en este artículo por qué no se trata de un incidente aislado, sino de la punta de un complejo iceberg sociocultural.
Hace unos días, un psicólogo inglés tuiteó que había recibido insultos y amenazas porque no está de acuerdo con ser llamado «cisgénero», y arrobó al CEO de Twitter, Elon Musk. Anécdota que, más que el tema, es el detonante de este artículo.