Un elemento infalible para el Domingo de Ramos, que marca la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y cuyo ritual central pasa por la bendición de las palmas, es la preparación de los reliques y penachos decorados que volverán a las casas con una misión especial.
Los católicos de diversos puntos del país participaron ayer de la conmemoración del inicio de la Semana Santa con la celebración de la misa de Domingo de Ramos. Las iglesias se llenaron de feligreses que llevaron sus manojos de pindo (palma) y plantas medicinales para ser bendecidas. Según la creencia cristiana, estos ramilletes sirven para evitar que el mal entre a los hogares y que sus habitantes se enfermen, incluso se les adjudican poderes curativos. Muchas familias colocan el pindo karai (palma bendecida) en la puerta principal de las casas.