9 de agosto de 2025
Los últimos testigos del horror de la bomba atómica superan los 86 años de media y arrastran en muchos casos problemas de salud, y aún así siguen dedicando sus vidas a una labor pacifista y antinuclear que ha sido reconocida con el Premio Nobel de la Paz.
Existen hasta la fecha solo dos Nobel de Literatura japoneses. El primero, Yasunari Kawabata, murió hace más de medio siglo, en 1972; el segundo, Kenzaburo Oe, ha fallecido en marzo. Para la comprensión de la obra de Oe y de las posibles razones de su real aunque inconfeso olvido, pocas palabras podrían prepararnos tan bien como las que hoy le dedica el escritor y periodista Alfredo Grieco y Bavio, desde Buenos Aires, en exclusiva para El Suplemento Cultural.
En agosto, mes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, el mes en el que el mundo cambió para siempre, recordamos a Claude Eatherly, el «piloto loco» que, con su arrepentimiento, acusó a la sociedad de convertirlo en un héroe para no tener que ver su propia infamia.
La ciudad de Nagasaki, al sur de Japón, conmemoró este martes el 77 aniversario del devastador ataque nuclear que arrasó la ciudad, en un contexto de preocupación por la guerra de Ucrania y la pérdida de impulso para un desarme nuclear global.