El odio al pensamiento puede explicar en parte el auge actual de los movimientos neofascistas, de acuerdo a lo que sostiene en este artículo el psicoanalista Alejandro Pascolini. Desde Buenos Aires, en exclusiva para los lectores de El Suplemento Cultural.
La materia del amor es lo fatal, aquello cuyo curso nada puede cambiar ni detener. Nadie puede evitar enamorarse; nadie puede enamorarse a voluntad; nadie puede impedir que el amor se termine; nadie puede terminar con él.
Tras la refrescante liberación de esa mirada estrecha del sentido común que da por sentado que las cosas existen fuera de la mente por mero hábito, la filosofía parece haber quedado, sin querer, encerrada en un escepticismo exquisito pero claustrofóbico, incapaz de alcanzar ninguna realidad extramental u objetiva. Frente a esto, se buscan salidas y grietas a veces tan brillantes como extrañas. El animal, el psicótico –figuras del encierro en la correlación– o el «acontecimiento» –irrupción de lo absolutamente imprevisible que rompe la cadena causal– están entre las bellas e inquietantes sombras que, invocadas por algunas de las grandes voces del «nuevo realismo», recorrieron la semana pasada corredores y anfiteatros durante el coloquio internacional de filosofía COSAS EN SÍ. Desde París, en exclusiva para El Suplemento Cultural.
Nacido en 1967, egresado de la École Normale Superieure, profesor por mucho tiempo en ella y desde hace unos años maître de conférences de la Université de París 1 - Panthéon Sorbonne, Quentin Meillassoux es una de las figuras mayores de la escena filosófica contemporánea. Lleva publicados tres libros: Después de la finitud (Après la finitude, 2006), prologado por Alain Badiou, que considera que Meillassoux abre una nueva vía en la historia del pensamiento, Le nombre et la sirène (El número y la sirena, 2011) y Métaphysique et fiction des mondes hors-science (Metafísica y ficción, 2013).
A partir del clásico ensayo del pensador judío Walter Benjamin “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, el autor de este artículo aplica la noción de oscilación, en su relación con las mutaciones profundas de la percepción estética implícitas en las nuevas tecnologías de reproducción, al propio pensar que la propone (el de Benjamin) tanto en sus temas cuanto en su estilo, rescatando así la paradoja, más allá de su cualidad literaria, por su valor heurístico.
Como todos saben, el francotirador que se propuso derribar la metafísica occidental, para muchos el filósofo más importante del siglo XX, Martín Heidegger, era profesor de historia de la filosofía en la Universidad de Marburgo, donde conoció a la, en ese entonces, alumna Hannah Arendt, nos cuenta Julián Sorel.