El relato del «fin de la Historia», en auge a fines del siglo XX, ha perdido gran parte de su poder persuasivo en la actualidad, escribe el historiador Ronald León Núñez en esta quinta y última entrega de la serie “Revoluciones en el Este europeo”, que concluye con un balance general de aquellos procesos que sacudieron el mundo entre 1989 y 1991.
¿Es el espacio académico, como algunos pretenden, inmune a las ideologías y, por lo tanto, el único que permite un conocimiento riguroso?
El pasado es una herramienta tradicional de manipulación ideológica en Paraguay, donde el nacionalismo burgués creó en torno a las figuras del dictador Francia y de los López todo un culto a la personalidad del héroe que aún estorba el desarrollo de un pensamiento crítico sobre los procesos históricos. Avanzando en esa necesaria dirección, el historiador Ronald León Núñez explica en este artículo por qué los mitos no pueden combatirse con otros mitos.
Tras la refrescante liberación de esa mirada estrecha del sentido común que da por sentado que las cosas existen fuera de la mente por mero hábito, la filosofía parece haber quedado, sin querer, encerrada en un escepticismo exquisito pero claustrofóbico, incapaz de alcanzar ninguna realidad extramental u objetiva. Frente a esto, se buscan salidas y grietas a veces tan brillantes como extrañas. El animal, el psicótico –figuras del encierro en la correlación– o el «acontecimiento» –irrupción de lo absolutamente imprevisible que rompe la cadena causal– están entre las bellas e inquietantes sombras que, invocadas por algunas de las grandes voces del «nuevo realismo», recorrieron la semana pasada corredores y anfiteatros durante el coloquio internacional de filosofía COSAS EN SÍ. Desde París, en exclusiva para El Suplemento Cultural.
KIEV. Fragmentos de la estatua de Lenin derribada anoche por los opositores en Kiev fueron puestos hoy a la venta en varias páginas web ucranianas a unos 6,25 dólares el kilogramo de cuarcita como precio de partida.
MOSCÚ. Las autoridades de la Unión Soviética ordenaron en 1953 la retirada de la momia de Lenin de la Plaza Roja y su traslado a un nuevo panteón, donde también yacería su sucesor, Iósif Stalin, informa hoy Nóvaya Gazeta.