La imagen de alumnos soportando el frío en una clase impartida bajo un árbol en Nueva Asunción, a pocos kilómetros de nuestra capital, frente a una pizarra apoyada en el piso y compartida con los de otros grados, refleja bien el desastre del sistema educativo, ante la indiferencia del ministerio respectivo y de los legisladores que no pierden ocasión para proclamar su condición de “representantes del pueblo”. Contrasta esto con las frecuentes proclamas del presidente Santiago Peña de que vivimos poco menos que en un paraíso. Sin duda, hay un Paraguay sufriente y otro de los que mandan y “están mejor”.
El Ministerio de Educación y Ciencias planteó la estrategia de “Potenciación de la red escolar”, desde una perspectiva educativa, socioeconómica y territorial, pero para ello dice que precisa de más de tres billones de guaraníes.
El informe del Banco Mundial, tras un exhaustivo estudio, revela que existe un elevado déficit en infraestructura escolar en Paraguay. “La mayoría de las instituciones educativas públicas no cumplen con los requerimientos mínimos ni de insumos básicos y eso afecta su capacidad operativa”, refiere el documento.
El Ministerio de Educación se deslinda de los múltiples casos de malversación de recursos de Fonacide que aplican intendentes y gobernadores en detrimento del país.
El dinero está desde el año pasado en el Banco Central a la espera de la ejecución de programas. En materia de infraestructura, sería inviable financiar con ese dinero las reparaciones de escuelas y colegios este año debido a la excesiva burocracia.
El ministro de Educación, Enrique Riera, pidió disculpas en nombre del Estado paraguayo por los años de abandono a los docentes, a las escuelas y a los alumnos. Es porque se dio a conocer un informe que ubica a Paraguay en el último lugar de la región en materia de espacios educativos óptimos para el aprendizaje. El ministro añadió que la responsabilidad es compartida.