14 de abril de 2025
Celebramos el Domingo de Ramos, cuando Jesús entra en Jerusalén en un humilde burrito; sin embargo, lo hace con la gloria que le toca como verdadero Redentor-Mesías.
La gente se agolpaba alrededor de Jesús para escuchar su predicación, pues él anunciaba la Buena Nueva, y Dios sabe cuánto la humanidad la necesita. Buena Nueva que la Iglesia sigue anunciando fielmente como su principal misión.
Hoy celebramos la fiesta de la Presentación del Señor en el templo, y Lucas afirma: “Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación de ellos, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor”.
Es importante que el ser humano tenga metas en la vida, que se defina un objetivo válido y se empeñe en ponerlo en práctica, pues de otra manera, corre el riesgo de andar distraído, negligente, y terminar “más perdido que locote en clericó...”.
El primer signo, el primer milagro de Jesús, de acuerdo con el evangelista Juan, se dio en las bodas de Cana de Galilea.
Con esta fiesta del Bautismo del Señor encerramos el tiempo de Navidad, y empezamos el “Tiempo durante el año”. El Bautismo de Jesús es también una “epifanía”, una manifestación de Cristo, ya que la voz del Padre del cielo afirmó: “Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”. Recordemos que el bautismo de Juan Bautista era solamente un rito exterior, solamente una invitación para cambiar de vida, a dejar de ser materialista y aprender a compartir más. Tenía su valor en cuanto disponía internamente para recibir el bautismo del Mesías, que es Cristo.