El Gobierno está por endeudar al país por otros 1.100 millones de dólares en emisión de bonos, a pesar de la coyuntura de altas tasas de interés en el mercado internacional de capitales, de los cuales, según se informó, 500 millones son para cancelar vencimientos con proveedores, especialmente contratistas de obras públicas. Las obligaciones asumidas y debidamente documentadas hay que pagarlas, no cabe duda de ello, y cuánto antes, para aliviar de los onerosos costos financieros tanto al fisco como a las empresas. Sin embargo, el hecho es que el Estado paraguayo debía 2.700 millones de dólares hace tan solo una década y hoy debe más de 16.000 millones de dólares, casi seis veces más, pero el Paraguay sigue estando entre los países con peor infraestructura en América Latina.
El futuro ministro de Hacienda, Benigno López, hizo el anuncio, reiterando que no habrá un impuestazo, aunque la intención es proponer determinados ajustes. La administración saliente deja un diagnóstico de la situación.
Al hablar de la necesidad de subir el gasto público, los ingresos siempre se convierten en el foco principal, cuando el objetivo debería centrarse en mejorar el uso de los pocos fondos que dispone el Estado para cumplir con la necesidad colectiva más urgente. Aunque los ingresos no sean suficientes, existe la posibilidad de que con eficiente gestión se puedan financiar proyectos con más impacto socioeconómico y no como hasta ahora, donde ciertos componentes del gasto reciben más fondos de lo que deberían o necesitan, en detrimento de otros que sí podrían mejorar la calidad de vida de la gente.
El gasto público que se ha dado en más de una década viene experimentando un aumento importante de la mano de los ingresos totales del Estado. El calificativo “importante” no hace referencia alguna a la calidad, sino al volumen de recursos que el Estado ha destinado a los diferentes componentes del gasto, muchos de ellos mal focalizados y poco eficaces.
Según el estudio del Banco Mundial sobre gastos públicos en salud, la población más pobre afronta desde hace 10 años gastos catastróficos por motivos de salud. Es decir, gastan casi todos sus ingresos en medicina o medicamentos.