Los ingresos públicos son los recursos que el Estado recibe para financiar sus gastos. En Paraguay, se componen de los ingresos tributarios, las contribuciones sociales, donaciones y otros ingresos.
El inicio de las clases está cada vez más cerca y los gastos son múltiples. Yan González, experto en educación financiera, nos brinda algunos consejos para intentar reducir los gastos escolares y no sobreendeudarse.
En 2022, la Municipalidad de Asunción se ocupó casi exclusivamente de abonar los salarios, aguinaldos y bonificaciones de sus más de 8.800 funcionarios, contratados y jornaleros, según surge de la rendición de cuentas presentada a la Junta Municipal por el intendente Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR, cartista). En efecto, ejecutó el 96% de los 707.604 millones de guaraníes presupuestados para los “servicios personales”, pero solo el 9% de los 848.098 millones previstos para la “inversión física”, es decir, para la construcción y el mantenimiento de la infraestructura. Se trata de un verdadero fiasco, sobre cuyas causas el jefe de la administración municipal debería dar cumplidas explicaciones.
Ha levantado polémica, y hasta indignación, la recomendación del Fondo Monetario Internacional de elevar los impuestos para reducir el déficit fiscal. La reacción es comprensible y justificada, porque, contrariamente a lo que algunos afirman, los contribuyentes paraguayos hacen un gran esfuerzo tributario y no reciben a cambio una contraprestación mínimamente equivalente ni señales de que los recursos aportados son bien utilizados. Sin embargo, no es con el FMI con el que hay que enojarse, sino con los gobiernos y las mayorías parlamentarias que han venido incrementando incesantemente el gasto y el endeudamiento públicos y, en contrapartida, hace treinta años incumplen la promesa de reformar el Estado para introducir criterios estrictos de racionalidad, eficiencia y honestidad. La situación se ha vuelto insostenible y, si no se revierte de manera urgente, los ciudadanos tienen que saber que el peso indefectiblemente recaerá sobre sus espaldas.
Los principales candidatos que competirán en las próximas elecciones generales siguen eludiendo tomar postura sobre los grandes y más complicados temas nacionales, que demandarán de su parte decisiones difíciles y corajudas si es que en verdad pretenden gobernar con firmeza y responsabilidad para llevar al Paraguay a estadios superiores en su marcha al desarrollo. Probablemente creen que con tibias generalidades que no enojen a nadie, con discursos voluntaristas y expresiones de deseo, cuando no directamente con preocupantes promesas populistas e inviables, van a captar más votos. Pero eso no es otra cosa que más de lo mismo, es lo que han venido haciendo todos, independientemente de los colores. Si es eso todo lo que ofrecen, triste futuro le espera al país.
En los últimos cinco años, pese a la pandemia, se crearon 18.714 nuevos cargos públicos permanentes, según el anexo de personal del Presupuesto General de la Nación. Sin embargo, en contrapartida, por citar un ejemplo, el colegio Juana Pabla Carrillo de San Estanislao, donde anualmente se matriculan 70 alumnos, volverá a iniciar las clases bajo árboles porque ni el MEC ni ninguna otra instancia pública atienden el reclamo de poner en condiciones aulas en peligro de derrumbe, construidas hace más de veinte años y jamás sometidas a ningún tipo de mantenimiento. Esto dista de ser un hecho aislado o simplemente anecdótico. Al contrario, ilustra perfectamente la crítica situación actual del Estado paraguayo.