13 de julio de 2025
La rehabilitación del camino que llega hasta Fuerte Olimpo, tras 100 días de aislamiento, fue celebrada con bombapú (explosión de petardos) por los pobladores. De esta manera, numerosas personas desde sus hogares hicieron sentir su felicidad ante la posibilidad de romper este nuevo y largo periodo de encierro obligado.
El apego que siente el chaqueño por la tierra que lo vio nacer es algo digno de admirar y, a la vez, difícil de comprender, pues, en medio de tantas necesidades sociales por las que a diario pasan ante la ausencia del Estado, lejos de pensar en emigrar hacia otras regiones, se aferran a estos lejanos lugares.
Las lluvias que inundaron los caminos en el Alto Paraguay dejaron numerosas pérdidas económicas. Tras el retroceso de las aguas, se pueden observar secuelas de la riada. Fuerte Olimpo es uno de los distritos más afectados por el desastre natural, que ocasionó el aislamiento de comunidades. La construcción de represas y la eliminación de los cauces naturales serían las principales causas de la inundación.
Se trata de unos 2.500 pobladores de las comunidades rurales de Fuerte Olimpo, quienes desde el inicio de la semana tienen la posibilidad de salir hacia otras regiones del país, gracias a la generosidad de ganaderos que permiten el paso por sus caminos privados. Esta acción permitió la entrada de macateros o vendedores ambulantes, que posibilitó a los comercios de la zona reabastecerse de verduras y frutas, luego de 77 días de aislamiento.
Tras cumplirse 77 días de aislamiento, un grupo de pobladores de Toro Pampa, a bordo de dos tractores prestados por ganaderos de la zona, logró llegar hasta Fuerte Olimpo en busca de productos alimenticios, atendiendo al desabastecimiento que soporta su comunidad por la falta de caminos. En tanto, y a pesar de los reclamos de estos moradores, las autoridades se desentienden de reparar el camino de 62 kilómetros que llega hasta la capital departamental.
Siendo abuelo, la vida le sorprende de nuevo al hacerlo papá, pues tras la muerte de una de sus hijas quedó a cargo, junto con su esposa, del cuidado de sus pequeños nietos. Una historia de mucho sacrificio, dolor y enseñanza de valores es la que rodea a Fernando Giménez (60), educador que, a pesar del trágico momento que les tocó vivir con su familia, hoy puede disfrutar de la felicidad de ver a sus demás hijos formados en diversas profesiones, al tiempo que vuelve a ser padre.