La expresión fue acuñada por el feminismo en la década de 1970 y se refiere al conjunto de creencias, ideas y actitudes que justifican y normalizan la violencia sexual y que, según la ONU, es “omnipresente”.
Hace unos días, un psicólogo inglés tuiteó que había recibido insultos y amenazas porque no está de acuerdo con ser llamado «cisgénero», y arrobó al CEO de Twitter, Elon Musk. Anécdota que, más que el tema, es el detonante de este artículo.
Hoy, Día de la Madre, rescatamos este documento histórico publicado en noviembre de 1937 en Santiago de Chile: una columna de opinión contra esta fecha oficial instituida en Alemania bajo el gobierno de Adolf Hitler.
«La idea es sencilla y eficaz: lujuria femenina, no convicciones políticas; caprichos sexuales, no principios éticos; locura, no lucidez», escribe Montserrat Álvarez acerca de la campaña de difamación con la que el FBI destruyó la imagen de Jean Seberg, «musa de la Nouvelle Vague».
Un conjunto de textos de escritores rusos contemporáneos, compilados por el poeta Dmitri Kuzmin (Moscú, 1968), traducidos al castellano por Pedro Ruiz Zamora y publicados por la editorial española Dos Bigotes, dan a conocer una literatura prácticamente acallada en su país de origen. Nos lo cuenta el profesor Manuel Pérez, desde Argentina, en exclusiva para los lectores del Suplemento Cultural.
Sobre la función ideológica del Día de la Mujer: dar a lo inexistente realidad e imagen, no importa si sexista y anticuada o «revolucionaria» y «transgresora», si oscuro objeto de deseo machista o icono feminista, y ponerla en un altar que siempre es disfraz de un molde.