Un hecho llamativo e inédito se registró en la Junta Departamental de Itapúa la semana pasada, cuando un concejal, Oscar Flecha (independiente), renunció en forma expresa y por escrito a recibir los “bocaditos” que están disponibles para los representantes departamentales durante las jornadas de sesión. La determinación fue tomada con sorna por algunos de sus colegas, otros la calificaron de una idiotez populista y ridícula.
Los datos oficiales revelan que en los últimos 10 años se incluyeron 26.536 cargos más en los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. De 209.434 cargos registrados en 2014, al cierre del 2023 la cantidad se ubicó en 235.970. Al desagregar se observa que en el Ejecutivo se incrementaron 21.700 cargos; en el Legislativo, 766, y en el Judicial se crearon 4.070 nuevos puestos en el lapso citado. También el comportamiento de la estructura salarial de la Cámara de Diputados y de Senadores estuvo marcado por una fuerte y sostenida suba a lo largo de los periodos presidenciales.
Un apetecible negocio político es la creación de distritos con atributos de municipio, aun en poblados que no reúnen requisitos suficientes para serlo. Con su constitución en tal, cada distrito recibe inmediatamente el beneficio del Fonacide y los royalties de Itaipú. Plata dulce sin ningún trabajo. La descentralización es una mentira. Una mayoría de los municipios dependen del aporte del poder central. Y, sobre todo, de Itaipú.
La Compañía Paraguaya de Comunicaciones (Copaco) está en una crítica situación, por lo que el Estado debe librarse cuanto antes de la deficitaria empresa, para que no se convierta en otro “barril sin fondo” que afecte a las arcas públicas, coincidieron expertos consultados. Mientras tanto, los funcionarios de la estatal insisten en que la telefónica aún puede ser rentable, cuando hoy no puede cubrir ni el salario de sus empleados.
Los millonarios montos de dinero –sean de recursos propios o de préstamos bancarios– que los sucesivos gobiernos nacionales destinaron a obras en las rutas nacionales que cruzan el departamento de San Pedro son comparables a papeles arrojados al fuego, que ya no se puede recuperar a no ser que cuente con algún seguro.
Sueño con que alguna vez tengamos un gobierno austero y patriota, donde nuestros representantes en las instituciones del Estado, desde la presidencia hasta los cargos más modestos, asuman su papel como un servicio. Que la función que se asuma sea para servir a la gente, y no como un estado de privilegio para servirse del Estado.