6 de agosto de 2025
El avance de la inclusión financiera a través del desarrollo de la conectividad está marcando un hito en la economía digital. Según datos del Global Findex 2025 del Banco Mundial, el acceso a una cuenta bancaria pasó del 51% en 2011 al 79% en el 2024.
De acuerdo con estadísticas del Banco Central del Paraguay (BCP), el número de transferencias acumuladas de bajo monto pasó de apenas 2,8 millones de operaciones en el 2018 a 170,2 millones al cierre de 2024. En 2019 fueron contabilizadas 4,9 millones de transacciones, que casi se duplicaron en 2020 al alcanzar los 10,1 millones. Ya en 2021, la cifra se elevó a 18,9 millones, y en 2022 se consolidó con 34,4 millones. Para el 2023, el total se duplicó nuevamente a 74,5 millones, lo que muestra una aceleración creciente en la adopción de estos medios de pago.
Estonia, una pequeña nación báltica de apenas 1,3 millones de habitantes, es el referente global en innovación tecnológica y gobierno digital. Su modelo, conocido como “e-Estonia”, es un ejemplo que ha inspirado a muchos países, que enfrentan desafíos y oportunidades en el camino hacia la transformación digital.
El Congreso Internacional de Economía, desarrollado recientemente en el BCP, tuvo como punto de partida las políticas económicas y estrategias para fomentar un desarrollo sostenible en Paraguay, asegurando crecimiento con equidad y preservación ambiental.
El avance de la digitalización de los procesos y transacciones financieras ayudaron a impulsar no solo la inclusión, sino a fomentar la confianza y la dinámica de la economía, destacó Carlos Carvallo, presidente del Banco Central del Paraguay (BCP), en el marco del Congreso Internacional de Economía, que se desarrolló entre el jueves y el viernes últimos.
De acuerdo con el informe Digital Pathways for Education: Enabling Greater Impact for All, publicado por el Banco Mundial en 2024, la digitalización de la educación es un proceso importante para mejorar el acceso al aprendizaje y su calidad. Sin embargo, este avance enfrenta desafíos importantes, como la desigualdad en el acceso a la tecnología, la adaptación del papel de los docentes y la necesidad de regulaciones claras para proteger a los estudiantes.