23 de octubre de 2025
La conexión entre el sueño y la sexualidad se revela fundamental: investigaciones recientes muestran que el insomnio y la apnea obstructiva afectan el deseo y la satisfacción sexual, transformando la intimidad en un complejo desafío contemporáneo que demanda atención inmediata.
El dolor crónico, la fatiga y la hipersensibilidad de la fibromialgia pueden alterar profundamente la vida sexual. Sin embargo, con estrategias adecuadas, es posible reconectar con el deseo y disfrutar del sexo sin que duela.
A partir de los 40 años, muchos hombres comienzan a notar cambios físicos y emocionales que no siempre saben cómo explicar. Menor deseo sexual, fatiga constante, mal humor o dificultad para mantener una erección pueden ser señales de un fenómeno poco hablado pero real: la andropausia.
La sexualidad humana es diversa y compleja, manifestándose de maneras únicas y personales que van más allá del marco tradicional. En este contexto, términos como demisexualidad y grisexualidad han emergido para describir formas específicas de experimentar el deseo sexual. ¿Qué significan?
Imaginá que, después de meses de lucha interna, por fin decidís cuidar tu salud mental y tu médico te receta antidepresivos. Comenzás a sentirte un poco mejor, más estable, más vos. Pero de repente algo cambia: tu deseo sexual se esfuma sin previo aviso. ¿Te suena familiar? No estás solo.
El deseo sexual en las relaciones de pareja es un tema complejo y multifacético que ha intrigado a psicólogos, sociólogos y profesionales de la salud durante años. Uno de los fenómenos que puede influir en la pérdida del deseo es el llamado “Efecto Coolidge”. ¿Qué significa?