16 de junio de 2025
Mientras el Ministerio del Interior se precia de adquirir más patrulleras, de aumentar el número de efectivos, de dotar a los efectivos de motocicletas y otros elementos, los “polibandis” siguen haciendo de las suyas, sin que la Dirección General de Asuntos Internos de la Policía Nacional (PN) perciba “indicios ciertos de que su conducta es indecorosa y violatoria de las leyes y reglamentos”. Sus fechorías son de diversa gravedad. Pues bien, solo en la última semana se conocieron varios hechos punibles que habrían protagonizado agentes de la institución que lleva por lema “Orden y Patria” y que, entre otras cosas, debe preservar el orden público, así como los derechos y la seguridad de las personas y entidades y de sus bienes. La gente no debe temer ser asaltada por un delincuente común ni por un hampón a sueldo del Estado. Mientras no se depure la PN ni se vigile a sus efectivos, de nada valdrá aumentar su dotación ni equiparla mejor.
La incidencia delincuencial que trastorna todo orden financiero posee una vinculación (indudable) con los grupos de ciberdelincuencia organizada, y que pueden determinarse (indistintamente) en nodos, híbridos “agrupados” o híbridos “extendidos”. Ante ello, estos métodos resultan a partir de una categoría de sucesos fraudulentos tanto en línea como fuera de la misma, emprendiendo “injustos” criminales que afectan los parámetros económicos.
La delincuencia juvenil es una realidad en nuestro país, así como en cualquier otro. Pero la diferencia en Paraguay radica en que aquí, los menores infractores ingresan al sistema penal y nunca más vuelven a ser los mismos. Así, esos delitos que fueron consecuencia de una vida de desprotección, dejan en el historial de los jóvenes una marca de por vida.
Tras la declaración de “emergencia departamental” por inseguridad en Itapúa, a fines de abril pasado, la Dirección de la Policía Nacional en el departamento lanzó el operativo “Itapúa segura”, que entre los meses de abril y junio casi duplicó el número de detenciones y aprehensiones de personas, por distintas causas: órdenes de captura por casos de robo, abuso de menor, hurto, entre otros. En este periodo “sacó de circulación” a 589 personas, superando las 254 de los tres primeros meses del año.
La presidenta de Perú, Dina Boluarte, señaló este domingo que la delincuencia “tiene las horas contadas” en el país, y anunció que ha dispuesto intensificar las labores operativas para fortalecer la lucha contra el crimen organizado, tanto a nivel del Ejecutivo como policial.
El último asalto tipo comando con explosivos a la sucursal del Banco Nacional de Fomento (BNF) en Natalio (Itapúa), cometido el sábado por unos treinta delincuentes que huyeron con un botín de nada menos que cien mil dólares y 300 millones de guaraníes, acaba de demostrar que la delincuencia campea y cada vez más goza de buena salud. En las prisiones, desde donde se encargan fechorías diversas, se introducen armas blancas y de fuego, aparte de teléfonos móviles y estupefacientes, sin que nadie se entere a tiempo: son una zona liberada para planificar y ordenar la comisión de graves hechos punibles mediante el uso de teléfonos móviles, nunca bloqueados pese a los planes oficiales de larga data. No sería raro que allí se enseñen nuevas modalidades delictivas, como las operaciones “tipo comando” para saquear cajeros automáticos, con el uso de vehículos y hasta de fusiles, cuya difusión tendría que ver también con el auge del tráfico de armas hacia el crimen organizado brasileño: algo quedaría en poder de la delincuencia paraguaya, cada vez más violenta y “profesional”.