19 de agosto de 2025
El pasado viernes 7 de marzo Brad Sigmon, condenado por el asesinato de los padres de su exnovia en 2001, fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento en la prisión de Broad River, Carolina del Sur. Sigmon entró en la sala con uniforme negro y un círculo rojo en el pecho, que desapareció al instante con los disparos. La ejecución se llevó a cabo a las 18:08 horas. Su caso ha reavivado el debate sobre la pena de muerte.
¿Es moralmente lícito que niños europeos se diviertan jugando a indios y vaqueros, o se trata de un caso de apropiación cultural? La estética de las máscaras africanas en el cuadro de Picasso «Las señoritas de Avignon», ¿es apropiación u homenaje? ¿Qué ocurriría si todas las sociedades dejaran de apropiarse recíprocamente de sus productos artísticos, musicales, culinarios…? Este artículo del periodista español Luis Carmona aborda uno de los debates culturales más candentes y delicados del momento.
«Aprendemos al aburrirnos, dicen, citando a un filósofo acá y una filósofa allá. Dejen a la niñez (y a la adultez, ya que estamos) aburrirse, claman. La defensa del aburrimiento es un lavado de imagen de una vivencia nefasta por parte de gente que parece que nunca se aburrió».
Los portavoces del nuevo odio a la democracia –nos dice Rancière– «habitan todos en países que declaran ser democracias en sentido estricto. Ninguno de ellos reclama una democracia más real. Nos dicen, por el contrario, que esta ya lo es en demasía. Pero ninguno se compadece de las instituciones que pretenden encarnar el poder del pueblo ni propone medida alguna para restringir este poder».