9 de octubre de 2025
La senadora Lilian Samaniego señaló que sus diferencias con Horacio Cartes son políticas, por lo que no quiso hablar sobre sus cuestiones personales y la decisión de Estados Unidos. Se mostró sorprendida ante los rumores de que se buscaría su expulsión del partido, el cual no se está preocupando por dar soluciones a la gente.
Desde los anales de la Asunción de 1950, el investigador y ensayista Hermes Ramos Dávalos nos revela un –casi– belicoso episodio histórico: el desafío a duelo que estuvo a punto de enfrentar en «el campo del honor» a dos importantes dirigentes del Partido Colorado, cuya fundación fue recordada el pasado miércoles 11 de septiembre.
Aunque ya no lo sienten a la diestra de Horacio Cartes durante el aniversario del Partido Colorado y le toque participar del acto desde la tercera fila, Óscar “Nenecho” Rodríguez, exintendente de Asunción, sigue gozando de la impunidad que le brinda su equipo político. Y si bien se albergan esperanzas de Justicia, pese a las contundentes evidencias de “terribles prácticas ilegales” cometidas durante su gestión, no pareciera que pudiese esperarse mucho más.
El diputado colorado disidente Roberto González acusó al presidente Santiago Peña, quien dijo tener “identidad colorada”, de ser un “incoporado” que se afilió al Partido Colorado por “pánico”. Advirtió que si el oficialismo cartista sigue defendiendo a parlamentarios y otras autoridades investigadas por corrupción, podrían ocasionar que el pueblo pierda la esperanza en sistema democrático y busque líderes mesiánicos o se levante contra el gobierno como ocurrió recientemente en Nepal.
Con el fanatismo propio de los conversos, el exliberal Santiago Peña, afiliado a la ANR en 2016, siendo ministro de Hacienda de Horacio Cartes, pronunció un discurso extremadamente sectario al recordar la fundación de su nuevo partido. Atribuyó sus orígenes a un sentimiento que ya lo habrían tenido los líderes de la Revolución de los Comuneros en la primera mitad del siglo XVIII, los próceres de Mayo de 1811 y quienes defendieron al país en la Guerra Grande. Como el nacimiento de la ANR en 1887 habría sido solo una “formalización” de tal sentimiento, su identidad sería nada menos que la del Paraguay. Por cierto, esta identificación entre partido y país, extraña a los regímenes democráticos, induce a creer que las otras organizaciones políticas no serían tan paraguayas como la del jefe de Estado, aunque vale reconocer que no tildó al otro partido tradicional de “legionario“, como era usual antes de 1989. Más sectarismo de nada menos que un presidente de la República, imposible. Aunque no debería de extrañar a juzgar por otros dichos anteriores, como que para acceder a un cargo público más vale ser colorado antes que exhibir otros pergaminos.
En el acto del oficialismo realizado para celebrar el aniversario de fundación de la ANR, el jefe de esta agrupación, Horacio Cartes, se jactó de la atención médica que brinda su partido supliendo la obligación del Gobierno. Hay hospitales que se caen a pedazos y otros son “cascarones” que no tienen medicamentos ni profesionales.