Un creciente desconcierto emocional
Cada vez más personas reconocen que hace años no sienten un flechazo ni se entregan al amor romántico. El denominado “síndrome del corazón congelado” afecta a quienes, aun participando en relaciones esporádicas o recurrentes, experimentan una desconexión emocional significativa, menciona un artículo en El País de España.
Este fenómeno, marcado tanto por vivencias personales como por el entorno social, está transformando la manera en la que se entiende y vive el afecto.
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Historias personales: entre la decepción y la autoprotección
Susana, residente en un pueblo cercano a Barcelona y madre de un niño, asegura que lleva cuatro años sin enamorarse. A pesar de encuentros sexuales con personas atractivas, afirma que su “wifi del amor” está apagado.
La razón, según relata, nace de una amarga experiencia pasada: una relación intensa que desencadenó en engaño y desconfianza. “Es como cuando tienes un accidente de coche muy grave y después ya no quieres volver a conducir. A mí me pasó eso con el amor”, explica.
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Julia, de 41 años, comparte una percepción similar, aunque desde otra perspectiva. Su prioridad actual es su propio desarrollo y bienestar, alejándose conscientemente de la búsqueda de una pareja. Procedente de una familia marcada por la violencia y la dependencia, considera que, gracias a la terapia, ha logrado salir de patrones dañinos y prefiere la paz personal a la vulnerabilidad emocional.

Sergio, valenciano de la misma edad, anhela volver a sentir la emoción de una nueva ilusión amorosa. Sin embargo, reconoce el miedo a perderse a sí mismo en una relación, tras experiencias anteriores en las que se sentía diluido y limitaba su individualidad. A pesar de llevar más de cinco años sin enamorarse, mantiene la esperanza y afirma seguir siendo un romántico.
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Las causas: factores internos y externos
Expertos como María Esclapez, psicóloga, sexóloga y terapeuta de parejas, identifican esta situación como una respuesta adaptativa ante la saturación emocional. “Es similar a un burnout emocional. No es que pierdas la capacidad de amar, pero el cerebro decide sentir un poco menos”, explica Esclapez.
La velocidad actual de vida, la hiperconectividad, las aplicaciones de citas y la cultura de la inmediatez influyen en esta desconexión.
Para Susana, la cuarta ola feminista también ha marcado una diferencia, volviéndonos mucho más cautelosos ante posibles ‘red flags’ en potenciales parejas.
Factores como la edad, la falta de tiempo, las prioridades laborales y la pérdida de referentes afectivos saludables también figuran entre las causas más mencionadas.
El impacto de la sociedad líquida y digital
La aparición de las aplicaciones de citas ha modificado el modo de buscar pareja, priorizando la inmediatez sobre la profundidad.

Sergio observa que estas herramientas suelen dejar poco espacio para que surja un vínculo auténtico, haciendo más difícil el florecimiento del enamoramiento.
Por otro lado, el ritmo de vida y la cultura de la ultra-productividad dejan poco margen para el cultivo de nuevas relaciones. Susana destaca que, ocupada por proyectos exigentes, apenas tiene tiempo para cuidar cualquier vínculo naciente. “Antes, tenía todo el tiempo del mundo para soñar o escribir. Ahora no puedo ni contestar a un mensaje”, lamenta.
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Consecuencias del “corazón helado”
Vivir desconectados emocionalmente puede funcionar como un mecanismo de autoprotección temporal, pero, según Esclapez, la cronificación de este bloqueo puede llevar a relaciones basadas en el aislamiento y la desconfianza.
No obstante, la experta es optimista y sostiene que este apagón sentimental no implica una pérdida permanente de la capacidad de sentir.
Caminos para recuperar la conexión afectiva
A pesar de su situación, ninguno de los entrevistados descarta volver a enamorarse. Susana, incluso, se ha propuesto “curarse” con una lista de canciones románticas.
Para Esclapez, el primer paso es comprender el origen de esta desconexión: acudir a terapia, dialogar con el entorno cercano y fomentar vínculos seguros y espacios de validación.
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La orientación de los expertos invita al optimismo: no todas las relaciones serán iguales ni tienen por qué acabar mal. Cuestionar, experimentar y trabajar en uno mismo se presentan como claves para volver a abrir las puertas al amor.
En un mundo marcado por la rapidez y la hiperconectividad, el síndrome del corazón congelado es ya un testimonio generacional. Identificar sus causas y buscar vías de solución son pasos esenciales para quienes, algún día, quieren volver a sentir.
Fuente: El País