Qué tan “infalibles” son las señales, según la evidencia
La psicología social documentó que se pueden inferir intenciones afectivas a partir de indicios breves de conducta —las llamadas “thin slices”— con precisión por encima del azar, pero lejos de la certeza.
Estudios de citas rápidas y observaciones en laboratorio muestran que el interés romántico se expresa en patrones no verbales y de conversación, aunque su lectura es imperfecta y muy sensible al contexto.

Investigaciones publicadas en Journal of Personality and Social Psychology y Psychological Science coinciden en que la capacidad de detectar coqueteo es modesta y mejora cuando hay varias señales convergentes, no una sola.
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Mirada: fijación, frecuencia y pupilas
El contacto visual sostenido, con miradas más frecuentes y de mayor duración, se asocia a mayor atracción percibida en experimentos controlados.
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Trabajos en Psychological Science reportan que sostener la mirada aumenta la sensación de conexión interpersonal con efectos de magnitud pequeña a moderada.

También se ha observado que la dilatación pupilar acompaña el interés, un marcador psicofisiológico replicado en revistas como Psychophysiology; aun así, ansiedad, timidez o iluminación pueden producir patrones similares.
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Si notás que te mira a los ojos, vuelve la mirada con rapidez y luego regresa, y mantiene la atención cuando hablás, la probabilidad de interés sube en comparación con miradas esquivas o dispersas.
Sincronía y “espejo” corporal
Imitar sutilmente gestos y posturas —el llamado “efecto camaleón”— favorece la afinidad.
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Un conjunto de estudios en Journal of Personality and Social Psychology y metaanálisis sobre sincronía interpersonal describen asociaciones consistentes entre coordinación de movimientos, ritmo de habla y sensación de cercanía, con tamaños de efecto típicamente pequeños a moderados (correlaciones aproximadas de r≈.20–.30).
Cuando observás que los movimientos se sincronizan sin esfuerzo —se inclina cuando te inclinás, asiente cuando asentís, acompasa el tono y la velocidad— suele ser una señal convergente.
Proximidad, orientación y microcontacto
La orientación del torso y de los pies hacia la otra persona, la reducción de la distancia interpersonal y la inclinación del cuerpo hacia delante se vinculan a mayor involucramiento.
En trabajos publicados en Journal of Nonverbal Behavior, estas conductas de “inmediatez” predicen interés social.
El microcontacto sutil (un roce breve al entregar un objeto, un toque ligero en el antebrazo) se asocia a evaluaciones más cálidas en experimentos de influencia social; su presencia, combinada con otras señales, refuerza la lectura de atracción.
Importa el contexto: normas personales y culturales pueden desalentar el contacto sin que eso implique desinterés.
Risa compartida, sonrisas y preguntas de seguimiento
La risa concurrente y las sonrisas auténticas (con arrugas perioculares) suelen acompañar el interés.
Análisis de audio y video en interacciones cara a cara muestran que la “co-risa” y la fluidez conversacional predicen conexión y deseo de continuar el vínculo, con efectos en el rango pequeño a moderado.

En paralelo, la responsividad —escuchar, retomar lo que dijiste, hacer preguntas de seguimiento y profundizar— es uno de los predictores más robustos de atracción inicial y de intimidad percibida, según investigaciones en Journal of Personality and Social Psychology.
Si la otra persona vuelve sobre detalles que compartiste, amplía temas que te importan y sostiene turnos de habla equilibrados, hay señales consistentes de interés.
Pistas en la comunicación digital
En entornos de mensajería, estudios en Computers in Human Behavior hallan que la latencia de respuesta, la longitud y el esfuerzo cualitativo del mensaje (referencias a temas previos, preguntas abiertas, coherencia en el tiempo) se asocian con mayor interés.
Respuestas relativamente rápidas de manera consistente, mensajes que avanzan la conversación y referencias a información que compartiste se vinculan con una probabilidad más alta de atracción que respuestas lacónicas, tardías y sin seguimiento.
Los emojis y reacciones pueden intensificar la calidez percibida, pero pesan menos que la responsividad sostenida.
Lo que no es señal (o puede engañar)
Los mismos indicadores pueden tener explicaciones alternativas. La ansiedad social puede reducir la mirada y la fluidez; la extraversión puede aumentar sonrisas y contacto sin implicar atracción; la cortesía profesional genera responsividad alta sin componente romántico.
Diferencias individuales (neurodivergencias, estilos de apego) y normas de género influyen en la expresión de interés. Por eso, la recomendación que repiten los artículos de revisión es buscar convergencia: varias señales consistentes, a lo largo de momentos distintos y canales distintos, mejoran la lectura más que cualquier gesto aislado.
Cómo usar estas pistas sin invadir
La literatura coincide en dos principios prácticos: prestar atención a patrones (no a “trucos”) y calibrar con reciprocidad.
Si al aumentar levemente la cercanía o la frecuencia de miradas recibís respuestas en la misma dirección —más mirada, más preguntas, más sincronía— el cuadro apunta a interés.
Si, en cambio, aparecen señales de incomodidad (alejamiento, cuerpo cerrado, respuestas breves), conviene retroceder.
Diversos trabajos de ética relacional y comunicación sugieren que la verificación explícita, formulada con respeto, sigue siendo el estándar más seguro cuando la ambigüedad persiste.