Diversos estudios han identificado que los conflictos de pareja rara vez son incidentes aislados. En realidad, la mayoría giran en torno a un puñado de temas centrales: dinero, tareas domésticas, educación de los hijos, tiempo de calidad, celos o diferencias familiares.
Según la psicóloga y terapeuta de parejas Esther Perel, el motivo real por el que “discutimos siempre por lo mismo” no es la falta de resolución, sino la dificultad para abordar las emociones subyacentes.
Muchas discusiones, explica, son solo “la punta del iceberg”. Debajo de cuestiones aparentemente triviales como sacar la basura o llegar tarde, se esconden sentimientos más profundos: inseguridad, sensación de no ser valorado, temor a perder la autonomía o, simplemente, la necesidad de sentirse escuchado.
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El ciclo oculto
Este fenómeno fue detallado por investigadores como John M. Gottman, referente en el estudio de relaciones de pareja. Gottman sostiene que existe un ciclo repetitivo de interacción: uno de los miembros critica o plantea una queja, el otro responde a la defensiva (o se retira), lo que termina escalando el conflicto.
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Con el tiempo, los temas se repiten porque no se resuelve la raíz emocional y, en cada vuelta al ciclo, ambos pueden sentirse frustrados e incomprendidos.
“El problema no es el problema: es cómo lo discutimos”, advierte Gottman. Mucho de lo que alimenta el ciclo son respuestas automáticas y mecanismos de defensa aprendidos incluso antes de la relación actual.
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¿Qué podemos hacer?
Interrumpir el ciclo requiere autoconocimiento y empatía. Reconocer que detrás de cada discusión hay necesidades emocionales no satisfechas —como el respeto, la validación o la seguridad— ayuda a cambiar el enfoque de la pelea.
Algunas recomendaciones de los expertos:
- Identificar patrones: prestar atención a cómo y cuándo surgen los desacuerdos, examinando los detonantes.
- Comunicar emociones, no solo quejas: decir “me sentí herido por esto” en lugar de “vos siempre hacés esto mal” puede abrir la puerta a conversaciones más productivas.
- Pedir ayuda profesional: cuando el ciclo se vuelve tóxico o difícil de romper, acudir a terapia de pareja es una opción saludable y cada vez menos estigmatizada.
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Un reto compartido
Discutir siempre por lo mismo no significa que una relación esté condenada. Por el contrario, puede ser una señal de que ambos buscan sentirse vistos y comprendidos dentro del vínculo.
Romper el ciclo requiere esfuerzo, pero también puede fortalecer la relación, dotándola de mayor comprensión, madurez y herramientas para el futuro. En última instancia, se trata de mirar más allá de los temas concretos y preguntarse: ¿Qué estamos buscando realmente a través de esta discusión?