Menores infractores: cuando ingresar al sistema penal deja una marca de por vida

La delincuencia juvenil es una realidad en nuestro país, así como en cualquier otro. Pero la diferencia en Paraguay radica en que aquí, los menores infractores ingresan al sistema penal y nunca más vuelven a ser los mismos. Así, esos delitos que fueron consecuencia de una vida de desprotección, dejan en el historial de los jóvenes una marca de por vida.

Jóvenes en situación de extrema pobreza son los más expuestos a caer en la delincuencia juvenil.
Jóvenes en situación de extrema pobreza son los más expuestos a caer en la delincuencia juvenil.FERNANDO ROMERO

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Muchas situaciones de desprotección y vulnerabilidad que viven los jóvenes en Paraguay los llevan a una vida de desprotección y, en consecuencia, exposición a la delincuencia.

Una vez que caen en este pozo, son descubiertos y llegan a ingresar al sistema penal, lastimosamente sus vidas nunca vuelven a ser las mismas.

Así, la infracción, aún siendo menores y no teniendo la total responsabilidad por sus actos, les deja una marca de por vida.

Más de 14.000 adolescentes en el sistema penal

Desde el 2020 hasta este año 14.397 adolescentes en conflicto con la ley penal ingresaron al sistema tras haber cometido distintos hechos punibles de acción penal pública en los últimos cinco años.

En cuanto a los presuntos autores, sus edades comprenden entre 14 y 17 años, y son investigados por el Ministerio Público en calidad de presuntos responsables de la comisión de hechos punibles.

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Según los datos analizados por el Observatorio, la mayor cantidad de hechos punibles ingresados al Ministerio Público se dio en el año 2020, alcanzando un total de 3.634. El 2021, año difícil debido a la pandemia, cerró con 2.787 casos. En el 2022 la cifra aumentó nuevamente a 2.969 y en el 2023 se registraron 3.026 causas.

Hasta agosto de 2024 un total de 1.981 causas ingresaron a las oficinas de denuncias de la Fiscalía, según datos de la Oficina de Estadísticas de la institución.

Conflictos familiares son la raíz del mal

El director del Centro de Atención a Víctimas del Ministerio Público (CAV), doctor en sicología Nicolás Garcete, señaló que los conflictos familiares son principalmente la causa de los males sociales que afectan a los jóvenes en la actualidad. El experto explicó que las drogas están causando estragos y que la sociedad no puede contener esta situación, que tiende a empeorar si no se toman medidas urgentes.

“De no tomar con medidas efectivas que involucren a las familias, estamos condenando a muerte a nuestros adolescentes y jóvenes”, remarcó el doctor Garcete.

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La delincuencia juvenil

Según un trabajo de investigación abordado por el doctor Nicolás Garcete, se podría clasificar los tipos de delincuencia juvenil a través de distintos parámetros: la franja etaria, los trastornos de personalidad y las conductas identificables.

Delincuente activo: 14 a 18 años

-Cometen delitos de cierta importancia.

-Tienen una conducta arraigada.

-Han estado ante la justicia.

-Permanecen en un círculo vicioso.

-Disocial paraviolento

Preadolescentes: 14 y 15 años

-Actitud violenta hacia los demás.

-Se agrupan en pandillas o grupos.

Adolescentes inadaptados

-Han fracasado en los comportamientos socialmente adaptados.

-Producto de las crisis de los barrios.

Según el profesional, el delincuente tiene cierto perfil que se puede describir con las siguientes características:

-Impulsivos, con afán de protagonismo.

-Fracaso escolar.

-Consumidores de drogas.

-Baja autoestima.

-Familia desmembrada.

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La delincuencia y sus causas

En cuanto a los factores que indicen en los adolescentes, se citan el factor familiar, con familias desintegradas y el hijo crece al libre albedrío.

El factor económico también es preponderante, ya que los chicos no prosiguen sus estudios, lo que les deja más tiempo disponible y no saben en qué ocuparlo, exponiéndose así a la delincuencia juvenil.

El factor social resulta determinante, debido a que el ámbito en el que se ven rodeados influye mucho en su comportamiento. Estos jóvenes, criados en ambientes de pobreza, llegan al robo para satisfacer su deseo de superación.

En lo que respecta al factor psicológico, en nuestro país hay jóvenes víctimas de abuso físico, sexual o emocional, depresión, baja autoestima y la frustración.

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