Operación Chacal: Rotela sigue en el negocio desde la cárcel y con guardiacárceles a su servicio

El fiscal Ysaac Ferreira acusó y pidió juicio para Armando Javier Rotela Ayala (40), líder del Clan Rotela, y otros ocho supuestos integrantes del grupo. En la acusación, mediante escuchas telefónicas y otros procedimientos, se pudo constatar que la organización trafica fuera y dentro de las cárceles con apoyo de agentes penitenciarios, tanto drogas como armas de fuego y municiones.

Armando Rotela (centro) en la celebración de su cumpleaños en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú.
Armando Rotela (centro) en la celebración de su cumpleaños en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú.

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El fiscal de la Unidad Especializada en Lucha contra el Narcotráfico, Ysaac Ferreira, presentó el pasado 9 de setiembre su requerimiento conclusivo y solicitó a la jueza penal de garantías especializada en Crimen Organizado, Lici Teresita Sánchez, que la causa en la que está procesado el líder del Clan Rotela se eleve a juicio oral y público.

Se trata de Armando Javier Rotela (40); Vicente Ignacio Chase Lauseker (38), alias Peko o Petiso, su pareja Carmen Carolina Ortíz Figueredo (30); Christian Mario Martínez Medina (28); Juan Javier Rodas Román (38), alias Picholi, su pareja Juana Isabel Cabrera González (34), alias Chila; Fredy Magdaleno Pérez Montiel (30); Carlos Damián Fernández González (30), alias Tingui; y Ronald Herminio Cantero Ibáñez (32), detenidos en la Operación Chacal.

Ferreira acusó a los nueve por los hechos punibles de posesión y comercialización de drogas peligrosas, asociación criminal, producción de riesgos comunes y violación de la Ley de Armas, para su discusión en juicio, ante los elementos de convicción suficientes de que los mismos integran el “Clan Rotela”.

Así mismo, para la Fiscalía, los mismos se dedican a la adquisición, acopio, distribución y comercialización de sustancias estupefacientes, operando desde Asunción y el departamento Central. En cuanto a Armando Rotela, el mismo seguiría operando desde la Penitenciaría de Tacumbú, donde cumple condena.

Rotela, sigue operativo y con apoyo de guardiacárceles

La denominada Operación Chacal, inició en enero de 2021, con interceptaciones de comunicaciones telefónicas, previamente autorizadas vía judicial. Los procedimientos fueron realizados por inteligencia del Departamento Antinarcóticos de la Policía, mediante el cual se obtuvo información relevante sobre las funciones y miembros del grupo criminal.

Así se supo que Armando Javier Rotela, es el principal elemento de la logística del grupo, pues es el líder. Se tiene la información que “seguiría operando de forma continua en el tráfico y comercialización de sustancias tanto dentro como fuera del penal”.

Así también pudo obtener datos sobre que él “tendría la colaboración de guardiacárceles o agentes penitenciarios, quienes facilitarían la introducción de sustancias, entregadas por terceros en lugares coordinados anteriormente”, además también los custodios colaborarían con la introducción de armas de fuego y sus municiones a cambio de beneficios.

Incluso, los guardiacárceles habrían recibido órdenes de Rotela para no registrar en los libros los datos de ciertas visitas que recibían él y los demás miembros de la estructura.

Intermediario y hombre de confianza

Los demás miembros del clan fueron identificados como Vicente Chase Lauseker, considerado como uno de los principales intermediarios con los proveedores de droga, que transportaban la sustancia en vehículos modificados para ocultarla, bajo la modalidad de “doble fondo”.

Por otro lado, está Juan Javier Rodas, considerado como el brazo derecho y persona de confianza de Armando Rotela; es más, según el escrito fiscal, ambos llevaban a cabo el balance financiero. Además, era el encargado de verificar, controlar y confirmar la correcta distribución de las sustancias a otros proveedores de la zona.

Rodas además habría estado a cargo de la comercialización al menudeo de las sustancias, operando desde la zona conocida como San Felipe, dentro del barrio Ricardo Brugada, en colaboración con su secretario Carlos Damián Fernández, alias de “Tingui”.

Armando Rotela delegaba a sus hombres fuertes, Chase y Rodas, la recepción de sustancias, presumiblemente procedentes de Bolivia, que después eran depositadas en puntos de acopio en barrio Obrero y Zeballos Cue, alas que denominan “quebrada”, para su posterior distribución.

Para todas sus operaciones Vicente Chase contaba con el apoyo de su pareja sentimental, Carmen Ortiz Figueredo, con quien habitaban la casa de barrio Obrero, que a su vez funcionaba como depósito. Esta lo acompañaba siembre con el fin de evitar sospechas y evadir controles en el trayecto. También, Juana Cabrera, pareja de Rodas, que era quien recepcionaba el dinero producto de las ventas y con su concubino estaban encargados de la casa en Zeballos Cue.

Caída de un guardiacárcel con droga que iba a penal

El 2 de setiembre, ante la plena identificación de algunos miembros y las sospechas sobre sus operaciones, agentes de Antinarcóticos montaron guardia frente a la casa de barrio Obrero, de donde salieron Vicente Chase y su pareja Carmen Ortiz, como copiloto y conductora, respectivamente en un automóvil Toyota Spacio. Chase llevaba una mochila negra en las manos.

El vehículo fue seguido hasta las calles Estados Unidos y 4° Proyectada, donde se detuvo el Toyota Spacio y del mismo bajó Chase, para luego subir a una camioneta Kia Sportage. Minutos después volvió a bajar de esta.

Una vez que inició recorrido, los agentes antidrogas siguieron la camioneta Kia y la interceptaron entre Parpití y Manuel Ortiz Guerrero. Ahí se identificó al conductor como Christian Mario Martínez Medina, agente de Tacumbú. En su poder se halló la mochila con 2 kilos de cocaína y otros 2 kilos de cocaína tipo crack.

Martínez, de esta forma fue identificado como operador logístico y encargado del traslado e introducción de las sustancias ilícitas solicitadas por el líder de la banda criminal.

Esto derivó en una comunicación telefónica entre Armando Rotela y Juan Rodas, en la que el líder le pidió a su operador que se comunique con Chase y le instruya para que deshaga de su celular y también oculte por un tiempo el rodado utilizado para la entrega, ante existencia de circuitos cerrados.

Garante y testaferro

El Clan Rotela también tenía en las calles a Fredy Magdaleno Pérez Montiel, quien a más de comercializar bajo la modalidad del menudeo las sustancias estupefacientes, también sería “garante” para cuando los miembros de la organización tenían previsto alquilar viviendas, para usarlas como centro de acopio. Así se tuvieron la quebrada de barrio Obrero y Zeballos Cue.

Por el otro lado también entraba en acción, Ronald Herminio Cantero Ibañez, supuesto testaferro del Clan, a cuyo cargo se estaría el arrendamiento de las quebradas.

En cuanto a todo el capital generado en concepto de ganancias por la comercialización de las sustancias, se presume que era enviado, previa autorización de Rotela, a dos personas cuyos alias son “Tony” y “Moisés”, en relación de quienes no se descarta que sean seudónimos para hacer referencia a sus proveedores de drogas o testaferros.

Rotela también cuenta con sicarios a disposición

Mediante los elementos recogidos en la etapa investigativa se pudo determinar que, Armando Rotela, tiene control sobre un grupo de hombres, quienes fungen como supuestos “sicarios”, quienes según la acusación del Ministerio Público no solo actúan a cambio de un beneficio económico, sino también para demostrar su lealtad al líder del clan y los miembros de la organización.

En el escrito se detalla que en el periodo en que se realizaron las interceptaciones telefónicas se pudieron identificar varios planes, ordenados por Armando Rotela, para ejecutar a terceras personas, pero sin que se hayan aportado mayores datos para llevar a cabo la identificación de los objetivos. En algunas de las conversaciones se hicieron referencia a un tal “Gordo” y a un tal “Travuco”.

Es así que días después, se captó una comunicación en la que Rotela era informado de que se cumplió con uno de los trabajos, pero que el cuerpo seguía oculto hasta tanto cumplir con el otro mandato.

Días después de eso, en la zona de Ypané fue hallada una de las supuestas víctimas, que fue identificada como Edgar Eduardo Cardozo Salgueiro, que sería a quien se referían como “Gordo”. Posteriormente, ocurrió el atentado contra Bernardo Martinez Salgueiro, alias “Larizzita”, familiar de Edgar Eduardo. Igualmente, en aquél hecho, resultaron con lesiones la madre y hermana de Bernardo.

Clan Rotela preparaba otro atentado

También durante las escuchas se pudieron captar instrucciones de Armando Rotela para un hecho de homicidio, siendo el blanco una persona con el alias “Tutiko”, habitante de la zona baja del barrio Sajonia de Asunción.

El audio en cuestión hace referencia a que Rotela menciona que el tipo -por Tutiko- soltó su boca en Facebook por el amigo Beto, por lo que le va a enviar el mensaje, “que alzo un “mbarakaja´i (referencia a arma de fuego), y agrega que el tipo tiene una 32, y una 765 (ambas referencias a arma de fuego) a lo que su interlocutor le dice que van a ir a abrir fuego sin mediar palabras”.

Para ese ataque, el supuesto victimario iba a estar acompañado por terceras personas identificadas como: alias Miky, alias Peligro, alias Chanchi, Maldonado, Quintana y Blas. El líder de la organización sugirió para ese atentado que vayan dotados con escopetas y se movilicen a bordo de motocicletas para asegurar a su objetivo.

Sin embargo, según la siguiente secuencia de audios, se tuvo conocimiento de la aprehensión de cuatro personas en la zona de Sajonia, jurisdicción de la Comisaria 24° Asunción, por perturbación de la paz pública, es decir, disparo de arma de fuego, que fueron identificadas como: Roberto Carlos Figueredo Coronel, Miguel Ángel Sanabria Media, Julio César Romero y Jesús Francisco López Domínguez.

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